miércoles, mayo 30, 2012

Libro electrónico

Ya estamos viviendo el tiempo de las tabletas y los teléfonos celulares “Smart”. Muy pronto, estas tecnologías serán algo común por todas las calles del planeta.
Ahora bien, en el sentido cultural, no hay disputa entre el libro electrónico y el de papel. Solamente hay modos. Sí, el papel es hermoso, es amable, es bellísimo, pero sea el libro de papel o sea digital, ese será el objeto en el cual puede venir la sabiduría. Si la sabiduría llega, ¿qué importancia puede tener si lo hace en lomos de mula o en carroza de príncipe?
Si hay disputa, ésta corresponde al grupo de los comerciantes, y, hoy en día, la mayoría de las editoriales son solamente eso, avezados comerciantes que buscan vender y vender el libro que más atrae a la gente. Y éste generalmente es uno que busca azuzar los deseos y los apetitos egoicos, sensoriales o morbosos del lector, o sea, generalmente, un mal libro.
No puedo negar no solamente mi afición, sino mi admiración y mi amor a los libros de papel que nos ha regalado la revolución de la imprenta y su encuadernación de cosidos; finalmente, no solamente me hice y crecí con ellos, sino que son un objeto bellísimo en sí, pues ocupa el volumen, se siente en la magnitud de un tacto que recorre, toca, dobla, araña, a veces separa, ansiosamente, sus páginas con un cortapapel, y también lo sabe frágil, pues tiene hasta la pedestre posibilidad de romperlos y arrancarlos. El olor de las páginas, la manera en que la vista se encuentra con la química de las letras y la física de la textura, y el sonido al pasarlas, todo esto es una experiencia irrepetible en algo que no sea un libro de papel, que, además, puede traer, como una dama que se engalana, las tapas de cuero, peltre, o quién sabe qué otras delicias del arte de la encuadernación. Ese es el objeto y, estoy seguro, no se perderá, acaso apenas se restrinja en un futuro para algunos privilegiados, regresando a su origen, al origen de la imprenta, allá en el siglo XVI.
Así que, sea bienvenida esta época de libros electrónicos, mientras traigan fuerza y sabiduría, tan escasa, mientras sean vehículo de crecimiento de la conciencia humana. Este ciudadano, claro, hombre de la imprenta, seguirá cuidando los libros de papel, que se han amontonado en su biblioteca, mientras no descuidará aquellos electrónicos que, asilados en su teléfono celular, le permiten leer en las salas de espera de todo el mundo.

lunes, mayo 21, 2012

Ferias y farias

Todo árbol que crece necesita ser podado.

Hemos visto en los últimos tiempos cómo han ido creciendo las ferias del libro en Bolivia. Hasta aquí, todo muy bien. Pero no puedo quedarme cómodo observando cómo las ferias del libro actualmente sirven más al show que a la palestra del libro. Lo que a la gente le gusta es tener un motivo y un espacio para encontrarse, para mirarse, para decir: sí, yo soy culto. Aquí no se trata de ser o no ser culto, eso está bien para las ratas de biblioteca. Aquí de lo que se trata es de leer, es decir, de interpretar, de traducir lo que está escrito y lo que no está escrito. Evidente es que en medio de tanta farándula queda a las claras que en el país no se lee. Lo contrario a la lectura es la repetición. La mayoría repite como loro lo que otros dicen, pero no se crea que solamente los que están lejanos a los libros sufren de este defecto, pues también sucede que algunos de los pocos que se tragan libros repiten lo que está escrito sin leer, sin incorporar, sin enriquecer lo que otro ha transmitido.

Así que se hace urgente detenerse y reflexionar. No podemos seguir impulsando la farándula, se hace necesario transformar esa innumerable actividad que representa la presentación de obras de apurados escritores que pocos leen. Esa desorganizada palestra de escritores invitados que no tienen agenda, ni interesada, y a veces ni interesante. ¿Dónde está la crítica? ¿Quién guía a los aturdidos asistentes? ¿Qué se sabe de lo que se produce en Bolivia? ¿Cuántos comentan sobre las novedades editoriales del mundo? ¿Cuándo se va a introducir guías de lectura para regresar también a los clásicos?

El hecho de que las ferias del libro alcancen gran éxito de asistencia debe ser tomado como una oportunidad, para hacer de estas ferias el punto de partida de la lectura, del debate, del discernimiento, de la aproximación a la sabiduría que algunos libros traen. Si no, estas se van a convertir en largas farias que, al fumarse, sólo producen el insoportable olor del mal cigarro y, a la larga, en un cáncer difícil de tratar.

jueves, mayo 17, 2012

El libro en Bolivia

El libro en Bolivia siempre ha sido un objeto extraño, una especie de cosa que no se puede digerir, algo ajeno al día a día de la gente. La mayoría no lo considera fundamental, unos cuantos lo usan de adorno en la sala de sus casas, y otros, muy pocos, lo toman en serio y, saben seleccionar lo que se debe leer y con qué prioridad. Para el Estado, por lo experimentado en la dura realidad del día a día, el libro está satanizado; pues, sólo por nombrar dos aspectos, el libro debe pagar impuestos como cualquier licuadora, alfombra de lujo o extractora de jugos, volviéndolo inaccesible; mientras que, por otra parte, no existe una política para promocionar la lectura, que no es solamente leer, sino saber leer. Leer sabiendo leer es peligroso, puede despertar conciencias.
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