lunes, marzo 28, 2016

El valor de los valores

La filosofía ha intentado en todos los tiempos llegar a una definición de la vida. También lo ha intentado la biología, y hasta la nueva ciencia de la inteligencia artificial ha buscado definir el término; sin embargo, tal y como ya ha planteado el joven filósofo uruguayo Horacio Bernardo, semánticamente no es posible encontrar una explicación al término vida, dado que se trata de un término implícitamente inexplicable, pues contiene una inaplicabilidad en la definición. Aquí copiamos para que se vea de lo que se habla, la primera definición del diccionario de la RAE, “Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee.”
Nos encontraríamos entonces con una imposibilidad central, la del lenguaje, para su reconocimiento.
Sin embargo, evitando las definiciones semánticas, cualquiera que intentase aproximarse, y preguntarse qué es la vida, naturalmente aceptaría que la vida es energía. Una energía que es imposible de imaginar sin la fuerza del sol. Son, pues, esos rayos benéficos, aliviados por la atmósfera terrestre, los que dan vida en este planeta.
También agregaremos que la vida obedece a un sistema inteligente que la norma, le brinda una representación, una manera de estar entre los otros, por hablar del ADN, molécula fundamental para la vida tanto en el reino vegetal como en el reino animal. Esa inteligencia, gracias a la energía del sol, se desarrolla, y ayudada con la atmósfera y el agua emerge para mostrarnos su identidad, única y hermosa. Infinitamente diversa para hablarnos por todas partes.
Y si de hablar se trata, la vida es aquella con la que nos conectamos porque está activa, porque obedece a su impulso de conectarse con la otra vida.
No obstante, uno se pregunta, esa identidad ¿quién es?, a fin de identificarla podemos indagar, ¿cuál es su origen? ¿de dónde deviene?, pues el origen de la vida es el sexo. Una definición mucho más profunda, y aparentemente simple dice: “El Sexo es vida, y todo tiene vida gracias al sexo.” Aspecto que debe ser meditado, en la medida en que también el sexo tanto en su polaridad femenina como en su polaridad masculina es energía, y seguramente energía que deviene del sol.
También observamos que la parte inteligente de la vida obedece a una organización y a una jerarquía, tanto en su estructura interna individual como en su entidad unitaria.
Concluiremos que la vida es una maravilla, en el sentido que le da el diccionario de la RAE, cuando la define como “Suceso o cosa extraordinarios que causan admiración”, y también un misterio, pero un misterio experimentado. Todos los seres vivos experimentamos la vida, y esa experiencia nos lleva a concluir que la vida es sagrada, en el sentido de “Digna de veneración y respeto”.
Sucede que el tomar consciencia de la defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente, no es más que uno de los ejercicios del valor de la vida. Así que, más allá, si nos situamos en el lugar donde la vida es digna de veneración y respeto, es decir sagrada, las connotaciones de esa posición, y de esa mirada traerán consigo un salto consciencial que permitirá vislumbrar el entorno de una manera diferente, preservando esa energía a toda costa.
Así, el valor de la vida debe ser el primer valor que todo ser vivo consciente guarde en su corazón. ¿Por qué no enseñar esto como el valor de los valores, como base segura para la revolución?
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