domingo, agosto 30, 2009

Ruido de agua

Hoy vi la sabia rana sobre la roca, al borde de la toma de agua en el jardín. Inmóvil, como mineral, bebiendo la luz y el aire, muy antigua y venerable criatura dotada con una sabiduría anfibia. Y tan lejos de mí que no existe medio alguno para hacerle percibir mi amistad por ella.
Margarite Yourcenar

Los pensamientos, aun los más hermosos, hacen solitaria nuestra condición interior.

El mundo es armonioso solamente para quien de rodillas se deja penetrar por la realidad sin ser perturbado por pensamiento alguno. De esa manera se prende la vela del templo interior y un fuego amable nos invade, tanto, que la rosa que esperaba en el vaso sagrado se abre y hay una fragancia que se emite y llega a todos los lugares, a cada uno de los rincones de la floresta que nos rodea. Así las hojas, las orugas, los impertérritos pedregones, el viejo estanque, reciben nuestra ofrenda de amistad.

Entonces se zambulle una rana: ruido de agua.

domingo, agosto 23, 2009

Apsara

Compartir, en literatura, es acaso la mayor necesidad que la sostiene. Si algo nos deslumbra, de inmediato deseamos que a un tercero le suceda lo mismo. El verdadero regocijo de la literatura se esconde en el hecho que un texto que nosotros leemos suponemos que en algún momento impreciso ha sido trajinado por un otro, también perturbado, también perplejo, o acaso -ah la codicia de lo futuro-, que será leído por un nonato, un lector del mañana, todavía libre del acertijo, todavía célibe, como herencia prodigiosa.

Hoy realizo ese acto. Allá por los años de 1993 o 94, cuando publicábamos en Cochabamba el suplemento literario "El Pabellón del Vacío", siendo como era un homenaje a José Lezama Lima, pasaron por mis manos, gracias a Álvaro Antezana, uno de los tres editores, junto a Vilma Tapia Anaya, varios volúmenes del autor cubano. De ellos, no puedo olvidar "La cantidad hechizada", que guarda un fragmento misterioso, casi todo Lezama lo es, donde se habla de una Apsara. No precisamente de aquella imagen que nos trae la mitología india, sino una transformada por la mirada occidental, una Apsara del periodo greco búdico. Desconocemos la obra de arte a la que el poeta se refiere, anónima, como si fuera parte de un museo que la imaginación -o las imágenes de su imaginario cultural- habrían creado. En él el erotismo no existe, sino como peligro y victoria. Como si la imagen sobre el frío marmol, ahora literaria, hubiese podido guardar un instante sagrado, es decir, verdaderamente divino.

"Veamos en una escultura del periodo helénico búdico, la dama de las manos finas, Apsara.
Un escorpión resbala por la canal voluptuosa de uno de sus muslos. Aceptamos la ley primera de esa escultura, lograr la afinación danzante de una de sus manos. Pero la otra mano, lejos de seguir el rastro tourmenté del escorpión, se cruza sobre el pecho, como sobrecogida de la serpentina perfección de una mano, del voluptuoso paseo del scorpio por la teoría rosa.
Su enigma fuera de causalidad habitable, parece reflejarse en su rostro, que contempla la penetración voluptuosa de una de sus manos, mientras es invadido por la otra deliciosa búsqueda del escorpión. Apsara, dama gozosa, se entretiene en el ritmo de sus dedos, mientras se sobrecoge al ver que es apetecida por la ajena voluptuosidad. Terror al sentirse en el centro de un ajeno destino, que tiembla."

sábado, agosto 15, 2009

Bandada






De repente
una bandada de loros
cruza el parque vociferando
cánticos sagrados.

El resplandor de las ramas
del Árbol del Fuego
hogar temporal de los dicharacheros
en las sendas de Oku
ilumina intempestivo la jornada.

domingo, agosto 09, 2009

Otros apuntes sobre el amor


Alguien que se puso a leer las Siete Notas del Amor, perturbado preguntó ¿Qué es el amor? Esta tremenda y casi cotidiana pregunta produjo un gran silencio en la sala hasta que uno de los asistentes tomó la palabra y se puso a exponer esta parábola.

“El amor es como la historia de un pájaro que mirándose en la transparente quietud de un alto lago se cree pececillo y se sumerge en sus dulces aguas siguiendo el espejismo de su propia imagen sin saber que puede ahogarse. Sólo se salvará si en verdad la imagen no es el reflejo de sí mismo, sino la realidad de otra ave que hace la misma acrobacia. Así en ese salto suicida se encuentran y se reconocen. Entonces aquellas aguas estallan en lluvia. Las avecillas, hallándose hermosas, se dan cuentan que están en lo alto del cielo y ambas aligeradas se ponen a volar entre las nubes.

Entonces se comprende que la base del amor es el renunciamiento.”

Nadie agregó nada a estas apreciaciones. Yo simplemente me reduje a copiarlas como apuntes.

domingo, agosto 02, 2009

Las siete notas del amor


El amor es como un cervatillo temblando sobre una colina blanca. Quien intente acariciarlo debe tomar en cuenta al menos estas siete notas musicales:

Do
Saber que el cervatillo solamente puede ser alcanzado en el momento que, urgido y descuidado por la sed, se aproxima con ternura a la fuente de agua, oculta en el bosquecillo de recios árboles, lugar donde voces y cantos poderosos hacen adivinar ángeles y pájaros.

Re
Si no sabes dónde, aprende que crece detrás del mismo montículo deslumbrante y níveo en que pace el cervatillo.

Mi
Una vez estamos a su lado y de manera cautelosa acariciamos su hermoso pelambre dorado todo cuidado es escasísimo. Mientras bebe nos dejará arrullarlo abstraído, pues cuando ya no lo haga huirá intempestivamente.

Fa
Si el corazón sabe agachará la cabeza y beberá junto al bello cervatillo escurridizo.
Así se convertirá con el tiempo en agua viva.

Sol
El corazón pernoctará bajo la fuente.

La
En las noches estrelladas se oirán los furtivos pasos del frágil cervatillo sumergirse en la fuente y tus manos acariciarán su pelambre.

Si
De esta manera y sólo de ésta el amor vencerá a la muerte.
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