lunes, octubre 31, 2005

¿Qué es la sabiduría?

Uno se pregunta, ya desde hace bastante tiempo, como una pregunta que emerge más que una pregunta que se formula, ¿Qué es la sabiduría? ¿En qué consiste ese destilado de comprensión del mundo? ¿Es una comprensión del mundo o es una interpretación del mundo? La lejanía que yo experimento con relación al mundo es tan grande que no me siento parte de su accionar, sin embargo mi cotidianidad se empeña en mostrarme lo contrario: el espantoso despertar con un sueño interrumpido gracias a las alarmas electrónicas de tu teléfono celular, el ritual de hacerse la barba, la pequeña huída de la ducha donde el agua bendice y aprovechas como quien observa un tesoro que se llevan los segundos para meditar en cosas como ésta que escribimos, luego el desayuno siempre en soledad porque los que viven contigo tienen otros horarios y entran y salen como impulsados por el horror de llegar, y en el ómnibus las personas apretadas, desconcertadas esperando la estación para bajar, y en el trabajo la rutina de los días, del despacho de la correspondencia, las reuniones para decirnos que trabajamos, y la cita con el amigo, apretados por irnos, simplemente porque sentimos que tenemos que irnos, probablemente a tirarte sobre el sillón de la sala y mirar qué sucede en el mundo a través de la televisión, y lo que sucede siempre es violencia, porque eso es lo que se puede contar, y antes de dormir, te abstraes para continuar leyendo el libro que llevas cargando hace varios meses, pero ya todo aquello te ha agobiado, entonces te vence el sueño pero tienes que cumplir tu deber y configurar el despertador para mañana, y luego vienen los sueños, sueños acelerados donde la felicidad también ha huido porque cualquier momento vas a despertar. Entonces piensas ¿Qué es la sabiduría? Y vuelves a dormir, cinco minutos más por favor, cinco minutos para sentir que nos hundimos sin saber del mundo.

sábado, octubre 29, 2005

Lo limpio mata el amor

¿Quién no ha sufrido por un gazapo? Este mundo donde la velocidad nos compele a escribir sobre el teclado, donde nuestro cerebro se enreda en dislexias insospechadas, los gazapos son más frecuentes de lo que podemos tolerar. Y cuando suceden es una máquina de torturas. La imagen del escritor está en juego, su cierto prestigio, expuesto como está, el yerro que por inadvertencia deja escapar quien escribe o habla es como aceite hirviendo sobre la piel. Y entonces el gazapo lastima en buena manera el proyecto. Si lo que queríamos era un lenguaje de cuerpo intenso, aquí se debilita y es como una cuerda que ha perdido varios hilos. Pero si se trata del discurso amoroso, si el gazapo lo cometimos con la amada, la cosa se pondrá mucho peor. ¿Qué le dijimos que no queríamos decir? Los débiles hilos que nos unen a la esperanza de que nos mire amorosamente se destruyen y de repente como los títeres perdemos movilidad en un brazo, probablemente el más útil, el que sirve para tomarla de la mano y besar sus dedos y luego acariciar su mejilla con gran anhelo, sin que ella sepa nada de nuestros íntimos sentimientos. Un viento helado del Sur debería congelar los gazapos y un editor celestial experto en el software de las cosas que se dicen debería borrar esos yerros. Así el texto sería limpio. Así el discurso del amor sería impoluto; pero entonces grave escenario: todo ese barro que hace que lo imperfecto sea el centro de la pasión desaparecería y una gran desazón cundiría por nuestras venas. Así la posibilidad que se esconde en el error habría desaparecido, y ya jamás podría decirle que la amo como la amo, ya no tendría capacidad para expresar mi deseo, tan lleno de yerros y hierros que lo apresan, por ella, mi extraña forma de esperar que me ame, porque, qué duda cabe, entre los fragmentos del discurso amoroso, lo limpio mata el amor.

jueves, octubre 27, 2005

Carteo sobre un ángel


Transcribo un curioso carteo por email entre Claudia Peña y Gary Daher, motivado por el tema de un texto publicado por Claudia en Harmonía Libertaria llamado Perfume de Ángel:

Claudia
Gracias Gary. Tu mensaje tardó 12 minutos en llegar, ni que viniera en flota, no? menos mal estás cerca, ja ja!

Gary
Los doce minutos son porque mis mensajes están siendo fiscalizados por los ángeles del patio. Pues cuando yo baje -niño como soy- y encontré un ángel aterido de frío, lo hice pasar a la cocina y lo devoré. Los otros sospechan y siguen esperando.

Claudia
ya sé entonces de cómo vuelas, y por qué te estás poniendo azul. Porque pensarás que te has devorado un ángel, niño ingenuo, pero verás que cada tarde, a la misma hora incierta, el ángel te va comiendo a vos, desde dentro, y serás cada vez menos gary y más ángel, hasta que saldrás al patio, y los ángeles que esperan, según vos para reclamarte o qué sé yo, te dirán 'ya era hora que volvieras'... si te llevan, dejame una pluma bajo mi almohada, para hacerme cosquillas cuando entre la tristeza por mi ventana.me encantó el poema. te deseo una buena digestión.

Gary
Cuando ya sea el ángel y deje de ser yo, acaso sienta un vacío por la falta de angustias, cosa que evitará decir los poemas que ahora decimos, solamente canturreos celestiales, pan de vida en el atemperado cielo donde viviré y acaso ese ángel sienta una extraña nostalgia de la cocina donde se devoró al niño insaciable y regrese y entre por tu ventana y te deje una pluma hacecosquillas y por un instante piense en devorarte para ser dos en uno y no uno en dos como en los cuentos.Pero todo esto es solamente temor, en el jardín aún esperan. Y estas ensoñaciones efectos de la asimilación. No es que me sienta pesado por este bocado, sino más bien en un estado de exaltación, como si estuviera hipnotizado, como si de repente todas las cosas tuvieran un sentido de paraíso, y en la cajuela de metal, donde guardo mi último soldado de plomo, hubieran colocado una varita para transformar todas las cosas del aire y al fin respirar la risa, como una cascada de agua divina, y yo fuera por ella con esa seguridad, y en lugar de llorar por haber perdido a mi sargentito de plomo me ponga a reír como un loco espantando a los loros y a la empleada, que me mirará con su cara de piedra diciendo: "Qué le pasará ahora al k'arita; mirá no más las tonterías que hace. Si hasta ya está un poco azul de tanta risa, debe ser el diablo que se le ha metido, Jesús María". Y se santigüe.

El ala y la serpiente


I

Para volar, dijo el ángel, el ala necesita de la axila. Un raro movimiento surge, entonces, por esa boca peluda que aparece bajo el hombro y que se abre y se cierra allá en los aires como un sueño, mientras la tierra cruza a nuestros pies girando en un vértigo divino. Nadie sabe cómo, pero esto nos aleja, que es lo mismo que acercarse y entrar al inefable cielo.

El lugar imperfecto
Editorial Gente Común, 2005
eXTReMe Tracker