viernes, abril 27, 2007

La poesía sin Guardián del Hielo


El maestro José ha muerto: uno de los más grandes poetas contemporáneos ha pasado ha formar parte de la galería de los acallados. Su obra poética, dotada de hermosura y de modos cautivantes, ha develado la magia de la cotidianidad en lengua castellana.

Nacido en 1946 en Laredo, departamento de La Libertad, al norte del Perú, vivía en Lima escribiendo a la manera de textos orales."Llevo una vida completamente nocturna. Escribo y leo cuando todos duermen. Me acuesto a descansar a media mañana", afirmó en una entrevista.

Al hablar de su experiencia de haberse enfrentado a la muerte, declaró: “Eso es terrible, pues buscas algo que te consuele y la poesía no consuela en esos momentos. Más me consolaba una ardilla o un conejo que venía al balcón. Lo único que me quedaba era el miedo".

"Estar frente a la muerte -concluye- te cambia todos los conceptos."

Ahora el gran poeta está adentro de la muerte –cosa incomprensible-, pero ese acto supremo y final lo encuentra y lo deja adentro de todas las personas que tocó, que toca y que tocará con su palabra. En este caso, puede que la signifique también transformarse en los otros: bella empresa; sin poder llenar, sin embargo, el vacío que deja su partida.  

Aquí en Bolivia para los que lo leímos Watanabe es una voz muy admirada: Juan Claudio Lechín, Anibal Crespo, Oscar Gutierrez, y este deudor, son algunos de los que quedamos en luto.


El guardián del hielo

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardián del hielo.

viernes, abril 13, 2007

Viaje hacia la luna en taxi


Dentro de un viejo taxi de la ciudad – en esta ciudad incomprensible y extrema por poco todos lo son- la lluvia se advierte transversal. La ventana apenas abierta está inmóvil: tiene rota la manija y deja ingresar el agua que arrojan con su estupenda velocidad los grandes automóviles de lujo. El taxi es un sedán de un irreconocible modelo. En el ajado tablero de cuerina rasgada nadie sabe si los instrumentos reflejan lo que sucede y el volante se ve desgastado como las manos que lo dirigen. Hay un motor, el ruido nos dice que hay un motor y esa maquinaria a diesel está hecha para que exista el movimiento de las cosas: las ruedas giran, la calle se aleja, el cuerpo se ve introducido entre los vericuetos del barrio y de repente gracias a las salpicaduras del barro las casas se han perdido tras las cercas de madera.

Hay un solo botón en este escenario: la luna, que descalza se abre en alguna habitación donde inimaginablemente hermosa, fragante, iluminada y blanca con una blancura de sueño espera entre las sábanas. El pasajero del viejo taxi conocerá –Dios es urbano- las deliciosas geografías de su columna vertebral.

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martes, abril 10, 2007

Camino y Cal


Este blog está de luto. El dolor que es la espada que despierta ha rasgado mi alma: Ha muerto Roberto Echazú Navajas. -Que el Padre te guíe, hermanito.


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Ven

Padre

Ábreme la puerta

De tu desamparo

( soy yo

quien te llama

ahora )

cúbreme con tus lanas

viejas

revísame

parte

por

parte

padre

por

hijo

en esta cuesta

interminable

que es la muerte.*


*Recopilado en el libro "Inscripciones", sección Camino y Cal, de Roberto Echazú Navajas (1937-2007)

lunes, abril 02, 2007

Ladrón de sí mismo


Cuídate de rumiar tus miserias o tus negocios cuando no sea su hora. El hombre libre aparta para sí el tiempo del vuelo y el de la profundidad. Para cada quién debe existir un pedazo de noche donde averiguar lo que se esconde y lo que aún duerme. Y acercarse como los ladrones a robarse a sí mismo.
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