El libro en Bolivia
El libro en Bolivia siempre ha sido un objeto extraño, una especie de cosa que no se puede digerir, algo ajeno al día a día de la gente. La mayoría no lo considera fundamental, unos cuantos lo usan de adorno en la sala de sus casas, y otros, muy pocos, lo toman en serio y, saben seleccionar lo que se debe leer y con qué prioridad. Para el Estado, por lo experimentado en la dura realidad del día a día, el libro está satanizado; pues, sólo por nombrar dos aspectos, el libro debe pagar impuestos como cualquier licuadora, alfombra de lujo o extractora de jugos, volviéndolo inaccesible; mientras que, por otra parte, no existe una política para promocionar la lectura, que no es solamente leer, sino saber leer. Leer sabiendo leer es peligroso, puede despertar conciencias.
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