viernes, abril 13, 2007

Viaje hacia la luna en taxi


Dentro de un viejo taxi de la ciudad – en esta ciudad incomprensible y extrema por poco todos lo son- la lluvia se advierte transversal. La ventana apenas abierta está inmóvil: tiene rota la manija y deja ingresar el agua que arrojan con su estupenda velocidad los grandes automóviles de lujo. El taxi es un sedán de un irreconocible modelo. En el ajado tablero de cuerina rasgada nadie sabe si los instrumentos reflejan lo que sucede y el volante se ve desgastado como las manos que lo dirigen. Hay un motor, el ruido nos dice que hay un motor y esa maquinaria a diesel está hecha para que exista el movimiento de las cosas: las ruedas giran, la calle se aleja, el cuerpo se ve introducido entre los vericuetos del barrio y de repente gracias a las salpicaduras del barro las casas se han perdido tras las cercas de madera.

Hay un solo botón en este escenario: la luna, que descalza se abre en alguna habitación donde inimaginablemente hermosa, fragante, iluminada y blanca con una blancura de sueño espera entre las sábanas. El pasajero del viejo taxi conocerá –Dios es urbano- las deliciosas geografías de su columna vertebral.

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2 Comments:

Blogger DIEGO said...

Que suerte la del pasajero... Todo es un simple viaje no?, puede inspirarnos grandes cosas asi como también de las peores.

5:21 p.m.  
Blogger Oscar said...

Su blog es, verdaderamente, un sitio intenso.

¿Es atrozmente bella la luna, no?

10:01 a.m.  

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