miércoles, febrero 21, 2007

Trece notas sobre Granada (Parte II)

 
Algunos Poetas del III Festival Internacional de Poesía de Granada


7. Granada

La sede del Festival es una ciudad al suroeste del país ubicada en la orilla del Lago Nicaragua, principal puerto del lago y uno de los más importantes centros comerciales, industriales y de transportes del país. El cercano volcán Mombacho y las panorámicas islas dentro del lago, de las cuales la más grande es Zapatera, permiten el desarrollo de una creciente industria turística. De Zapatera precisamente proceden las llamadas Estatuas de Zapatera, una colección de monolitos precolombinos descubiertos en 1849 por el explorador y antropólogo Ephraim George Squier, que murió loco, probablemente desquiciado por entender el significado de las extrañas formas de las esculturas, que son como el alma misteriosa de la ciudad.

8. Dama de raigambre

Granada fue fundada por los españoles en 1523 y mantiene muchas de las antiguas iglesias y edificios de estilo colonial. A pesar de haber sido capturada y muy dañada por el aventurero –filibustero, le dicen los lugareños- estadounidense (y posterior presidente de Nicaragua) William Walker a mediados de la década de 1850, Granada fue la ciudad más importante del país hasta el crecimiento industrial de la ciudad de Managua en los últimos años del siglo XIX. Actualmente se estima la población en unos 150.000 habitantes.

9. Ciudad con diosa

El primer día, los poetas fueron citados al convento de San Francisco para participar del homenaje a Pablo Antonio Cuadra, nota principal del Festival, con justo motivo para quien en su Canto Temporal escribió “Ahora ya comprendes: el camino / es un río con sed”. El boliviano, algo aturdido por la inesperada belleza del lugar se metió en la catedral creyendo hallar el convento de la cita detrás del templo. Grande fue su sorpresa al descubrir que el retablo del altar mayor se encontraba limpio de imágenes, ninguna cruz, ningún hombre crucificado, solamente, en el centro, en actitud recatada, una efigie: la representación divina de la mujer, a la vez virgen y gestante, que adoran los católicos. Pensó, y así lo declaró a la hora de su lectura de poemas: una ciudad cuyo ser supremo es una diosa, debe por fuerza de lo femenino ser amable.

10. Inauguración oficial

La inauguración oficial estuvo a cargo del Vicepresidente de la República Jaime Morales, debido a que Daniel Ortega no pudo asistir por urgencias de último momento.

Presente también y homenajeado se encontraba el octogenario Fernando Silva (Granada, 1927), considerado parte de la generación de José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, mientras en medio del manifestado cariño del público el poeta brasileño Thiago de Melo (1926) dijo de pie en el borde del escenario y de memoria sus mágicos poemas vitales con aromas de selva.

11. El entierro de la intolerancia

El hecho de mayor color fue el denominado carnaval poético Entierro de La Intolerancia, una representación que mezclaba danza al son de músicas caribeñas, mascarada, recital poético, marcha y entierro alegórico.

El cortejo tenía en programa detenerse en once sitios –esquinas relevantes- de la ciudad, cuando un par de poetas subía a la tarima preparada a manera de proscenio y leía, más en una especie de liturgia que de verdadera lectura, poemas. La gente, citada en gran número, como si se tratase de épocas medievales acompañaba y seguía atenta los acontecimientos. El boliviano subió al estrado en la novena esquina, donde entre el gentío apareció un joven compatriota, estudiante en Managua, que emocionado lo recibió con un gran abrazo.

El acto, que había durado toda la tarde, bajo la implacable mirada de nuestra señora el sol, concluyó a la tardecita, que cariñosa se inclinaba para bendecir con su frescura. En esos momentos sucedió la farándula final con la danza de los enmascarados que representaban a la muerte, las brujas, hechiceras y hasta un animal que sugería un felino salvaje y feroz. Los danzantes rondaron al féretro exhibido ante el público en la plaza con barandal que orilla el Lago Nicaragua, antes de su supuesto destino final: la muerte.

En los corazones los poetas albergaron la esperanza de que el ser humano abra sus brazos y reciba al otro, independiente de su raza, género, condición social, minusvalía, edad o lugar de nacimiento, libre de toda intolerancia, hija del prejuicio, la vanidad y el egoísmo.

 
El lago Nicaragua


12. Las lecturas

Durante el Festival se realizaron lecturas en diferentes lugares de la ciudad, abarcando el mercado municipal, plazas, calles, salones en medio de fiesta de luces artificiales, danzas y juegos folklóricos. Granada así fue una ciudad tomada por la poesía. Los poetas leyeron sus textos y aquellos de idiomas extranjeros luego de decirlos en su lengua madre invitaban a otro poeta para que leyese la versión en castellano, causando de esa manera gran impacto –¡oh, gracias traductores!- el austriaco Christoph Janacs, la sueca Ingrid Lindgrend y el poeta de la India Mudnakudu Chinnaswamy.

13. La fruta

Mucho más que lo que aquí se anota fue este victorioso festival, tal que las almas todavía no reaccionan, perplejas ante tan extraordinaria asamblea, donde Granada fue la fruta poética en una Nicaragua con memoria de volcanes.

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miércoles, febrero 14, 2007

Trece notas sobre Granada (Parte I)

 
Granada: vista de la catedral


Ciento cuarenta poetas de cuarenta y cinco países diferentes se dieron cita en la ciudad de Granada, Nicaragua para participar de la celebración poética que los organizadores del III Festival Internacional de Poesía de Granada prepararon en honor de la palabra.

El único invitado boliviano, Gary Daher Canedo, autor de esta nota, deja saber la crónica del viaje, una crónica cercada por la mirada individual, cierto, pero no menos auténtica que la brisa marina que llega en Centroamérica desde los dos mares más extensos del mundo: el Atlántico y el Pacífico, para que en este rincón de la geografía también se sepa de estas cumbres, más emparentadas con el espíritu que con la naturaleza viciada de poder de las reuniones geopolíticas que fuerzan los países, o sociopolíticas que empujan los rebeldes.

1. Partir de Santa Cruz, 5 de febrero

Asumir ser un hombre de frontera es el fardo tremendo del viajero del siglo xxi, los trámites de visa consular son aún más pesados para los bolivianos, a quienes en casi cada punto del planeta se les pide autorización de ingreso. No existe consulado nicaragüense en Bolivia, así que la visa tuvo que ser tramitada excepcionalmente por los organizadores del Festival. La burocracia de las gestiones sonaba a proceso kafkiano, pues a pesar que la cancillería nicaragüense había firmado la visa, la empresa de aviación desconocía esa autorización. Además, las reservas estaban hechas a dos nombres diferentes (recuérdese que este boliviano tiene apellido extranjero, y nadie está obligado a escribir correctamente nombres raros), de manera que a punto estuvo de quedarse por falta de espacio.

2. La selva cruceña

Finalmente el avión decoló, y la selva cruceña, maravillada por el hermoso joven que es el amanecer, prosiguió hacia su día de árboles y agua, totalmente indiferente al vuelo de la máquina que artificialmente cruzaba el cielo como un pájaro herido por una larga estela blanca.

3. Vuelo La Paz – Lima

La cordillera a mi derecha: limpia, nevada sobre su oscuro azul, colores que desde el aeroplano se reciben tan intactos que parecen irreales.

4. Lima

Te acercas entre la neblina, los botes y los barcos son manchas horizontales sobre el agua, cuyos detalles van construyendo una mecánica precisa y variada, hecha de pequeñísimos elementos de una industria bellamente compleja que contrasta con la oscura llaneza del mar.

5. El Salvador

Para llegar a San Salvador, primero los viajeros deben dejar la costa sudamericana, erial costero que en el Perú se recorta drásticamente hacia el Pacífico. El pasajero siente como si con la lentitud de la luna estuviera a punto de sobrevolar sobre un mapa desconocido: me atrevo a afirmar que ninguno sabe de buena tinta el dibujo de ese mapa natural que sucumbe contra el agua salada.

6. ¿Quienes llevan droga?

En el aeropuerto de San Salvador, un inocente perro obscenamente va y viene entre las piernas oliscando a la gente sentada en las salas internacionales de espera: pasea en busca de droga. Todos dejamos que el cachorro meta su hocico por donde no debe. El policía, jovencito entrenado para sentirse el vigilante del bien, guía a la mascota, un bello golden retriever, según el joven inglés de mi lado que miraba con estudiada indiferencia, manchado de marrón y amarillo. La mujer de la fila de asientos del frente, aparentemente norteamericana y cincuentona, sonríe al perro, cree que siente obligación de sonreír a los animales; mientras que al boliviano le regresan a la memoria los traficantes de Montero, pueblo donde eran llamados de industriales, gente vulgar y descamisada que guardaba los dólares, producto de su comercio ilegal, en verdes bolsas militares, resabios de la guerra de Vietnam.

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