miércoles, febrero 14, 2007

Trece notas sobre Granada (Parte I)

 
Granada: vista de la catedral


Ciento cuarenta poetas de cuarenta y cinco países diferentes se dieron cita en la ciudad de Granada, Nicaragua para participar de la celebración poética que los organizadores del III Festival Internacional de Poesía de Granada prepararon en honor de la palabra.

El único invitado boliviano, Gary Daher Canedo, autor de esta nota, deja saber la crónica del viaje, una crónica cercada por la mirada individual, cierto, pero no menos auténtica que la brisa marina que llega en Centroamérica desde los dos mares más extensos del mundo: el Atlántico y el Pacífico, para que en este rincón de la geografía también se sepa de estas cumbres, más emparentadas con el espíritu que con la naturaleza viciada de poder de las reuniones geopolíticas que fuerzan los países, o sociopolíticas que empujan los rebeldes.

1. Partir de Santa Cruz, 5 de febrero

Asumir ser un hombre de frontera es el fardo tremendo del viajero del siglo xxi, los trámites de visa consular son aún más pesados para los bolivianos, a quienes en casi cada punto del planeta se les pide autorización de ingreso. No existe consulado nicaragüense en Bolivia, así que la visa tuvo que ser tramitada excepcionalmente por los organizadores del Festival. La burocracia de las gestiones sonaba a proceso kafkiano, pues a pesar que la cancillería nicaragüense había firmado la visa, la empresa de aviación desconocía esa autorización. Además, las reservas estaban hechas a dos nombres diferentes (recuérdese que este boliviano tiene apellido extranjero, y nadie está obligado a escribir correctamente nombres raros), de manera que a punto estuvo de quedarse por falta de espacio.

2. La selva cruceña

Finalmente el avión decoló, y la selva cruceña, maravillada por el hermoso joven que es el amanecer, prosiguió hacia su día de árboles y agua, totalmente indiferente al vuelo de la máquina que artificialmente cruzaba el cielo como un pájaro herido por una larga estela blanca.

3. Vuelo La Paz – Lima

La cordillera a mi derecha: limpia, nevada sobre su oscuro azul, colores que desde el aeroplano se reciben tan intactos que parecen irreales.

4. Lima

Te acercas entre la neblina, los botes y los barcos son manchas horizontales sobre el agua, cuyos detalles van construyendo una mecánica precisa y variada, hecha de pequeñísimos elementos de una industria bellamente compleja que contrasta con la oscura llaneza del mar.

5. El Salvador

Para llegar a San Salvador, primero los viajeros deben dejar la costa sudamericana, erial costero que en el Perú se recorta drásticamente hacia el Pacífico. El pasajero siente como si con la lentitud de la luna estuviera a punto de sobrevolar sobre un mapa desconocido: me atrevo a afirmar que ninguno sabe de buena tinta el dibujo de ese mapa natural que sucumbe contra el agua salada.

6. ¿Quienes llevan droga?

En el aeropuerto de San Salvador, un inocente perro obscenamente va y viene entre las piernas oliscando a la gente sentada en las salas internacionales de espera: pasea en busca de droga. Todos dejamos que el cachorro meta su hocico por donde no debe. El policía, jovencito entrenado para sentirse el vigilante del bien, guía a la mascota, un bello golden retriever, según el joven inglés de mi lado que miraba con estudiada indiferencia, manchado de marrón y amarillo. La mujer de la fila de asientos del frente, aparentemente norteamericana y cincuentona, sonríe al perro, cree que siente obligación de sonreír a los animales; mientras que al boliviano le regresan a la memoria los traficantes de Montero, pueblo donde eran llamados de industriales, gente vulgar y descamisada que guardaba los dólares, producto de su comercio ilegal, en verdes bolsas militares, resabios de la guerra de Vietnam.

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1 Comments:

Blogger jorge angel said...

¡ja!
y a mí me dicen poeta...
hasta un viaje lo traducís a la belleza de tu prosa poética.

abrazos

3:47 p.m.  

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