Terrible advenimiento
Nada es tan terrible como el amor. Es un aluvión. Un viento inesperado. Una ciudad de luz a la vuelta de un recodo, deslumbrante porque deambulábamos en el camino oscuro del bosque de la vida. Una virgen súbita. Un ángel poderoso. La flecha y también el arco. La oreja de Van Gogh cortada. El sonido increíble y perverso de la máquina incomprensible del corazón. Es Cíclope y es Ulises. Retorno a los brazos de Ítaca, pero también Circe, la diosa bien peinada. La lanza en un costado y las cavernas del Segundo Círculo. La llegada de la lluvia. El abrigo de los brazos. El inesperado descubrimiento del frío. La mirada que se abisma y la boca amada. Es el día de la nota más blanca. Un fulgor, un deslumbramiento, pero también -asistidme musas y dadme el término- un sueño, que se le llama paraíso o que se dice pesadilla, dependiendo del tiempo, principal verdugo.
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