Los cuerpos pródigos
Una y otra vez se tienen que sufrir los cuerpos
grandes
enfermos
defectuosos
efímeramente apuestos
agachados
esmirriados o tristes
caminando con el corazón engañado
por los vanos sueños
de riquezas y poderes
frágiles falsarias
cuerpos forajidos
y dolorosos siempre
porque nos acomodamos
malamente
con sus miembros.
Éste
quien acaso alguna vez fuese
el astuto Ulises
inventor de caballos arteros
aquél que en lecho escandaloso
sirviera
a pesar de sus torpes manos
de hábil carmenador
peinando dedicado
las trenzas de Circe
diosa y carcelera
de mis amigos
los cerdos
nada soy
apenas inútil lumbre
fuego fatuo de los días
que uno tras otro devienen iguales
que noche tras noche sucumben
sobre mis endebles párpados
en pesadilla sin emblema
y sin concierto.
¿Qué cuerpo soy
ahora?
Pregunta sin respuesta
no tiene nominación la piel
y la mirada es otra incógnita
terrible del ayer y del mañana.
Solamente la esperanza
como un soplo de luz
es el resplandor que nos regresa
a la virtud de la sed primera
y así buscamos un cayado
para partir
Oh peregrino
en busca de la fuente de agua
que nos devuelva
la ya extraña piedad del nombre
la ahora olvidada serenidad
de saberse hijo.
Etiquetas: ulises, pródigo, camino
grandes
enfermos
defectuosos
efímeramente apuestos
agachados
esmirriados o tristes
caminando con el corazón engañado
por los vanos sueños
de riquezas y poderes
frágiles falsarias
cuerpos forajidos
y dolorosos siempre
porque nos acomodamos
malamente
con sus miembros.
Éste
quien acaso alguna vez fuese
el astuto Ulises
inventor de caballos arteros
aquél que en lecho escandaloso
sirviera
a pesar de sus torpes manos
de hábil carmenador
peinando dedicado
las trenzas de Circe
diosa y carcelera
de mis amigos
los cerdos
nada soy
apenas inútil lumbre
fuego fatuo de los días
que uno tras otro devienen iguales
que noche tras noche sucumben
sobre mis endebles párpados
en pesadilla sin emblema
y sin concierto.
¿Qué cuerpo soy
ahora?
Pregunta sin respuesta
no tiene nominación la piel
y la mirada es otra incógnita
terrible del ayer y del mañana.
Solamente la esperanza
como un soplo de luz
es el resplandor que nos regresa
a la virtud de la sed primera
y así buscamos un cayado
para partir
Oh peregrino
en busca de la fuente de agua
que nos devuelva
la ya extraña piedad del nombre
la ahora olvidada serenidad
de saberse hijo.
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