La vida no es sueño
1. Si estás en un sueño, no te parece que estás en un sueño. En el sueño vivimos lo que allí se pasa. Si alguien que queremos, dentro de las escenas que nos ocurren, se muere, nosotros la lloramos y creemos a pie juntillas que eso ha sucedido, y es tan fuerte, que muchos despiertan y demoran todavía unos segundos para convencerse de que no es real. Aunque pasados unos minutos todo lo que había en ese sueño se habrá desvanecido hasta una nueva oportunidad en la siguiente noche.
2. Según el postulado anterior es posible que también estemos soñando, solamente que este sueño nos parece un poco más real porque permaneciendo en él creemos que vivimos una continuidad vital, aunque solamente recordemos algunos fragmentos de nuestra vida, y que ni haciendo un gran esfuerzo nos acordemos de lo vivido hace dos semanas hecho tras hecho. Pero sosteniendo que esto sea verdadero, que estamos soñando, entonces la muerte sería el despertar de este sueño; pues es interesante considerar que también despertamos de repente y morimos de repente. Y que la muerte lenta, en cama, con sus fiebres, angustias y desazones es también como una pesadilla, un mal sueño.
3. Continuando, nadie está libre de pensar que puede que también despertemos a un otro sueño con características parecidas al de la supuesta vigilia anterior.
4. Y así sucesivamente.
5. Pero la vida no es un sueño, la vida verdadera, aquella donde la conciencia tendría un escenario de permanente atención sobre el universo, alimentándonos de su maravilla, tendría que fluir como el agua y permanecer como un fuego indeleble. Entonces la vigilia sería permanente y la luz su expresión inevitable.
Etiquetas: sueño, poesía, vida
2. Según el postulado anterior es posible que también estemos soñando, solamente que este sueño nos parece un poco más real porque permaneciendo en él creemos que vivimos una continuidad vital, aunque solamente recordemos algunos fragmentos de nuestra vida, y que ni haciendo un gran esfuerzo nos acordemos de lo vivido hace dos semanas hecho tras hecho. Pero sosteniendo que esto sea verdadero, que estamos soñando, entonces la muerte sería el despertar de este sueño; pues es interesante considerar que también despertamos de repente y morimos de repente. Y que la muerte lenta, en cama, con sus fiebres, angustias y desazones es también como una pesadilla, un mal sueño.
3. Continuando, nadie está libre de pensar que puede que también despertemos a un otro sueño con características parecidas al de la supuesta vigilia anterior.
4. Y así sucesivamente.
5. Pero la vida no es un sueño, la vida verdadera, aquella donde la conciencia tendría un escenario de permanente atención sobre el universo, alimentándonos de su maravilla, tendría que fluir como el agua y permanecer como un fuego indeleble. Entonces la vigilia sería permanente y la luz su expresión inevitable.
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