Rama de jacarandá
En el templo del Buda también mora el deseo
una pequeña lámpara alumbra la cara del neófito
sobre el piso encerado ni un grano de polvo.
Una rama de jacarandá
marca con su sombra el papel
escribiendo la noche
y desde la colina rueda el viento
con su garganta de penumbra.
Adentro
en la pagoda
el aspirante
rígido
y la piel que tiembla bajo la túnica
mientras en el rostro del Buda aún está la sonrisa:
una mueca de piedra que el jade atesora.
una pequeña lámpara alumbra la cara del neófito
sobre el piso encerado ni un grano de polvo.
Una rama de jacarandá
marca con su sombra el papel
escribiendo la noche
y desde la colina rueda el viento
con su garganta de penumbra.
Adentro
en la pagoda
el aspirante
rígido
y la piel que tiembla bajo la túnica
mientras en el rostro del Buda aún está la sonrisa:
una mueca de piedra que el jade atesora.
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