viernes, marzo 03, 2006

La dama de Casa Canterac

¿De qué manera los relámpagos, los reflejos, los deslumbramientos están interrelacionados con las miradas? Y luego vibran en todo el espacio en que se supone ocupan los cuerpos, cuerpos que no son, si no son de la noche. Recuerdo sus manos, hermosas manos hechas para la oración, para el recogimiento y también para el amor.

Mirábamos desde el balcón. Abajo el hombre cantaba canciones a lo David Gilmour. Y me parece que fue cuando entonó High Hopes que yo la miré, y supe que allí aguardaba un gran resplandor, como el resplandor de los abismos, hechos para caer en vértigo, en picada, pero apenas por unos breves momentos antes que detonemos contra el fondo. Ella acaso también lo intuía. Las maravillas envuelven de vez en cuando a los hombres.

Luego estuvo el aliento de los vinos y el coro de las risas.

Nada resuelve el instante de la fascinación mejor que un beso. Irresoluta nos venció la madrugada.

1 Comments:

Blogger Gaspar said...

Yo también la vi.La mirábamos, es decir,relampagueabamos.Ella nos miraba.O al revés, su mirada era una tormenta que se miraba en las aguas mansas de nuestros ojos, Gary.Yo no vi en tus ojos (ni supuse en los míos)la furia de chispas azules desatadas que vi en los ojos de ella.¡Qué manera de alumbrar la penumbra del balcón!Y más aún,qué manera de alumbrarnos la vida a ambos.Nos alumbró esas horas y más aún, alumbró nuestras horas futuras,pues ya ves amigo, muchos días después seguimos tras su luz, como insectos voladores.

9:23 p.m.  

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