Las alas del ángel
Unimos las alas del ángel con saliva amarga y el ángel se precipitó a tierra por su peso terrible. Sobre la acera vieron debatirse al ángel en un idioma extranjero y poco a poco lo vieron levantarse, el ángel hincado parecía cantar con voz aguda. Entonces se detuvo todo el tráfico y el policía se acercó a instancias de todos. No sabía si blandir el laque o apuntar con revólver, tenía el terror en los ojos pero la cosa es que no podía negarse a causa de perder el empleo y quizá la mujer y comer poco rancho. “No, hermano”, dudaba para sí el policía, “mejor voy y pájaro en mano.” Como todo era muy lento sonaron las bocinas de los automóviles que estaban más lejanos, haciendo fila, atrapados, sin saber qué infiernos allí pasaba; que pasaba la muerte con las alas coladas, como una mariposa por la calzada.
2 Comments:
Torpes hasta la crueldad, no merecemos ángeles. O será ya demasiado amarga nuestra saliva, que hasta provoca tropiezos a la muerte. Aún así, sigamos, más urgentes son el pan, la mujer, y el hogar, claro. Hemos cambiado nuestras alas por pequeñas certidumbres.
al final de cuentas.. no son las alas las que te permiten volar..., no, cuando has visto ángeles de alas hermosas arrastrándose en su propia mugre.
Un abrazo,...y mil disculpas, no tengo coartada... Mañana me voy a Buenos Aires... llevo tu libro, lo dejaré libre para que vaya a Barcelona... una tierra que merece tus letras.. lo leerán y lo liberarán... a otras manos, otros ojos... otras almas.. y otras revelaciones...
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