La mujer de lata
El pozo era profundo, y allí se acurrucó esperando que pase la lluvia. Imaginó una mujer de oro, pero lo único que obtuvo fue una de lata, toda parchada con los anuncios de manteca “El cerdo feliz”. Al paso de las horas, con el agua, la mujer se oxidó. Entonces el hombre decidió salir del pozo. No digo que no le costó, pues la tierra en esos sitios es gredosa. Resbaló durante bastante tiempo y fue necesario cavar, con la estilográfica, pequeños hoyos para usarlos de escalera. Todo esto con gran esfuerzo y ensuciándose de lodo; pero una vez afuera, no hizo otra cosa que correr, correr sin parar sobre la llanura.
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