La casa de trapo
En el mercado los gritos de los traperos y el olor de los pescados. Más allá, callejuela abajo, las cuentas que hacen las fruteras se pierden tras el centenar de gente amontonada encima de los tahúres y los quirománticos; todo esto mezclado de bocinas y de automóviles. Tú ves, aquí, nosotros mudos, atorados, arañándonos; mientras en el café la lujuria perdona las frivolidades, o alguien, trepado sobre los tablones de cualquier construcción, repite enajenado discursos teológico‑dogmáticos para que la turba se homogenice de una misma voz. Así el rebaño bala, y los panfletos cubren las calles de la ciudad llenándonos de un otoño blanco y seco, atorándonos en las puertas, derramando esta historia por el agujero infinito de las letras como un alfabeto sin paz.
1 Comments:
un mercado... eso fue...
me encantó la alegoría, Gary...
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