La lectura de nuestro interior
Mirarte hacia adentro para comprender cómo te leen los otros. Preguntarte si aquellos signos que esos otros encuentran en ti hacen que te reconozcan ciertamente. Esa entrega que es parte de tu moneda cotidiana ¿qué color tiene? A sabiendas que la cuestión no es el color sino el modo. Dices opiniones sobre la literatura, te parece que tus palabras llegan a buen puerto, pero tú sigues inestable como si tu faro brindara luz pulsante no destinada a alumbrar directamente sino a enviar mensajes codificados que sean interpretados por algún alma preparada para hacerlo. Pero el código está tan impuro por los símbolos subjetivos y propios que sería verdaderamente un milagro que aquello ocurra. Entonces percibes que estás solo. Entonces intuyes que andas dilapidando tu dinero espiritual.
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