martes, noviembre 01, 2005

Naufragar

He aquí otra correspondencia con Claudia Peña, con la que suceden estos diálogos surrealistas.

Claudia
Y si te mando un intento de poesía a media mañana? Y si te advierto que el verano está llegando y son propicios los vientos para naufragar?

Gary
¿Son propicios? ¿de cuál viento se trata? No creo que se trate ni del indeciso Notos, ni del violento Bóreas -viejo implacable-, pues son vientos de otro hemisferio. Ha de ser el viento de la noche. Hemos de hundirnos en la púrpura noche. Hay en ese mar siempre una isla. En aquella isla siempre una rama y un rayo de otro sol, el sol amarillo y soberbio de los tigres. Naufragar. Esa es otra cosa. Naufragar, ¡cómo no! Desarrapados, acaso lastimados, con la piel ya ardiendo por la luz meridiana. Pero libre el espíritu ante el horizonte y el mar, y nadie en las espladas!

Claudia
La púrpura noche y su mar. Cantaban las sirenas, y su canto llegaba hasta mi cama. En mi cama, el cuerpo de un hombre pesaba sobre mí, cada vez más fiero, cada vez más otro. Escuché el embrujo de las sirenas y despacito, sin despedirme, fui escabulléndome hacia afuera. Me habrá buscado, al despertar. Habrá pronunciado mi nombre, el otro, el nombre antiguo, gastado ya. Apenas el silencio le habrá contestado. El viento del mar es pesado y húmedo, como la lengua del tigre y sus ojos amarillos. Yo vi sus ojos, y él esparció su aliento feroz en mi cara. No está libre mi espíritu, mientras este tigre luminoso hipnotice la noche, en una isla perdida, donde la única carne devorable es la mía.

3 Comments:

Blogger Gaspar said...

¡Caramba! ¿Qué hace uno espiando a Claudia y a Gary? Espiandolos uno, chapoteando en sus mareas, poniendo uno otra voz como una interferencia radial en los cantos de sirena.Hundiendo uno los pies en la entrañas de esa isla tan isla, en busca del tigre ese tan tigre en su amarillez y su hambre;para salvar a Claudia del tajo y del destajo felino, que salvar es lo que hacen los caballeros andantes,aún los voyeuristas;por que cuando el tigre come, sólo hay gemidos y uno es un voyeur de las palabras.Qué hace uno en esa charla de Gary y Claudia deseando salvarla a ella del destierro y devolverla a su cama,protegida bajo el peso de alguien que le pregunta si dormía, porque de allí surgirán sus futuras palabras que hablarán con Gary, húmedas, con garras y colmillos y sibilinos canturreos, es decir, carne de cañon para que uno siga espiando, y a esta altura me pregunto qué es del tigre; si uno puede arrastralo hasta un circo escuela para investigarlo a lo Discóvery, a lo planeta salvaje,a lo Geografic Planet, para aprender de él, el por qué de su apetito.

9:57 p.m.  
Blogger Gary Daher said...

¿En otras islas, dices? En otra isla fui yo un tigre derrotado. Iba en busca de la presa, pero la presa era tigrera. Yo bramaba sobre la tierra, y la tierra tremía, los pájaros alzaban vuelo entre las ramas y todo el bosque era despojo del miedo. Débiles los magníficos herbívoros salía despavoridos por las sendas de oro del otoño. Apenas la tigrera hacía como que esperaba, escondida entre los matos, y yo en pos, las garras bien dispuestas y mi fuerza descomunal con la calma de quien sabe que es el señor de la montaña. Pero la tarde es tarde y no permite otra cosa que la ilusión del sueño. Entonces yo soñé que allí estaba la hermosa, el objeto de mi cacería, la silueta vital que yo adoraba atacar para vencer y señalar la historia. Pero sus ojos eran de fuego; así, no podía embestirla de otra manera que no fuese de lado, como aquella cierva blanca de ajeno sueño, y por eso mismo sin brutalidad, apenas con ternura. ¿Qué ternura es ésta la del tigre que quiere matar? Así fue que sentí la daga profunda en mi costado, la herida fatal. Supe que en esta partida el cazador era el cazado: iba a morir. Y mi muerte fue digna de la memoria. Desollada mi piel fue salado trofeo de su casa. Y la noche cayó como el diluvio y ella al fin pudo tenderse sobre mi cuerpo, tratado ya como nueva alfombra, olvidados los días y el fulgor de mis ojos que fueron sol de los tigres en los senderos.

7:25 p.m.  
Blogger Gaspar said...

Ser alfombra. Triste final del tigre que describe Gary.Extraña historia ésta,que se inicia con un intento de poesía a media mañana, habla de vientos de la noche, de una noche con islas y de una isla con tigre que come de costado o por la espalda.Esta noche, este mar con cantos de sirenas y la cama en donde Claudia escapa como polizonte que se "apea" de un barco
y es desterrado a una isla.Súbitamente el tigre empieza a asumir protagonismo, y su hambre se traga a los viento propicios, a la Noche y sus islas y a la cama-barco y por último amenaza con tragarse a Claudia, lamiendo sus piernas.La poesía se vuelve colmillos,garras,ronroneo felino. Sebastián saluda,y pasa de largo.El vouyerista intenta entender y en su espiar empieza a envidiar el apetito de la bestia amarilla que se devora el mundo.Pero cuando se espera que las líneas negri-oro del tigre retumben grandilocuentes como relámpagos,un tigre se confiesa victima de una tigrera y se muestra convertido en una alfombra salada y con manchas,en donde se acuesta la tigrera convertida en tigresa, pues ¿uno es lo que come?
Tigresa, tigre alfombra, gato voyeurista, todos ellos, para no jugar con las palabras tan inútilmente como decir : "de un plato de tigro comían tres tristes tigres", empiezan otra vez sus juegos sobre esta isla, pellejo del tigre liquidado, con rayas como surcos nerviosos,isla con surcos electrocardiográficos, es decir, terreno apasionado.

12:29 p.m.  

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