miércoles, marzo 17, 2010

Imágenes de a mil


Se ha dicho con una insistencia casi hormonal que una imagen vale más que mil palabras. No es estimable una afirmación basada en el golpe emocional y que resta en gran manera las otras artes que hacen al entendimiento humano, el cual finalmente debería aquilatar su valía. Porque valor de qué damos a la reacción inmediata, mecánica y animalesca, tal la de la imagen visual. Pues es necesario aclarar – la mentada frase también es imprecisa- que de la imagen que aquí se tratada es de la imagen directa, es decir la visual que se recibe a través de los ojos. Excluyendo así por ambigüedad las indirectas, es decir las que vienen a través de otros procesos, tal las imágenes sonoras, verbales, táctiles, olfativas, oníricas, y otras, productos de la imaginación y/o el recuerdo.
Si la imagen es visual, ésta irá directamente a imprimirse en las emociones, a la vez que el centro instintivo motor sexual es excitado de maneras diversas, dependiendo de la imagen. Su proceso intelectual es posterior y deviene en forma de evocación reproduciendo en la mente una imagen imprecisa, distorsionada por el centro instintivo motor sexual.
De otra naturaleza es la imagen verbal, pues las palabras obligan a construir la imagen a través de un proceso intelectual.
De esta manera mil palabras podrían contener varias imágenes. Los golpes instintivo emocionales de éstas puede que sean menos intensos que el de las imágenes visuales, pero su proceso nos puede llevar a un excelente equilibrio entre el impacto instintivo motor sexual, su efecto emocional, y el proceso intelectual.

En todo caso, si estamos atentos a la recepción de las imágenes, también se podría lograr ese equilibrio con las imágenes visuales. Naturalmente, este ejercicio será altamente exigente; y su resultado tenderá a ser más demorado que el de las imágenes verbales para lograr el mentado equilibrio.

Otro naturalmente es el eslabón que lleva a estas imágenes a su consideración estética, siendo esta última emocionalmente catada e intelectualmente catalogada por los centros superiores del intelecto y de las emociones. En este caso la información encuentra dentro del espectador o lector el universo de su propio proceso cultural que lo contextualiza dentro de la cultura universal, a través del filtro, siempre subjetivo de su lectura del mundo.

Sirva este breve análisis de acicate para la reflexión sobre las imágenes, descartando definitivamente la impronta de “una imagen vale más que mil palabras”; así, burdamente generalizada como se la trata.

1 Comments:

Blogger Noctante said...

Excelente.

Recuerdó haber tocado ese punto en un poema, lo copiaré:

II
En mi silencio hay una puerta abierta, gritos, imágenes que no valen más que las palabras
pero cuando todo de verdad calla, el silencio se hace una mentira
donde transita el temblor de los labios que nunca dicen nada.

- Desastre (fragmento)

2:21 p.m.  

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