V Encuentro Mundial de Poetas en Venezuela
Público de poesía en Nueva Esparta
Participar en un encuentro de poetas ya es un hecho de por sí notable, cada uno guardando un jenecherú* en cada poema; pero participar de un encuentro mundial, con treinta y cinco poetas provenientes de Europa, Asia, África, Oceanía y América, donde las voces son mágicamente diversas, y suenan a ser una a la vez, es una experiencia vital de tremenda intensidad. Así, la poesía no solamente sucede tras la lectura de un poema, sino en las mesas, en los pasillos, en la apurada intersección de un vuelo de provincia. Reina en este festival apropiándose de cada una de las coyunturas y partes de nuestros cuerpos, perplejos por la avalancha.
A todos los poetas nos toco viajar a los diversos estados de Venezuela. A mí , la fortuna, esta vez bellamente ataviada, me deparó Portuguesa, un estado de paisajes feraces y veredas arboladas, y Nueva Esparta, en la Isla Margarita, que nos aguarda con su entraña (si no que lo digan los escondidos poemas que viven en las especies marinas, y verbo y textos que allí escuche y a los muchos que en cada risco y arena costera advertí) más profunda que un simple cartel de publicidades de playa caribeña. Probablemente, para la mayoría de los bolivianos estos nombres no les digan mucho, pero es necesario afirmar que donde quiera que se llegue, en esta Venezuela, confirmando lo que me sucede en todas partes de Suramérica, uno se siente en casa, tan cómodo y confiado, pues estas hablando con tu gente (que alguien levante las falsas aduanas que nos separan!).
Vaya experiencia! Solamente que acaso la más intensa y feroz, porque se nos va el aliento en ello, haya sido la lectura que me cupo realizar en el penal La Planta de Caracas, donde nuestro infierno cotidiano es el cielo que cada recluso desea.
Aquí, el principio de mi testimonio; adentro, la voz de muchas aguas que todavía no alcanzo a vislumbrar.
*Jenecherú (voz guaraní de uso en el Oriente Boliviano).- El carbón encendido que se guarda para que la noche siguiente se vuelva a encender la hoguera.
A todos los poetas nos toco viajar a los diversos estados de Venezuela. A mí , la fortuna, esta vez bellamente ataviada, me deparó Portuguesa, un estado de paisajes feraces y veredas arboladas, y Nueva Esparta, en la Isla Margarita, que nos aguarda con su entraña (si no que lo digan los escondidos poemas que viven en las especies marinas, y verbo y textos que allí escuche y a los muchos que en cada risco y arena costera advertí) más profunda que un simple cartel de publicidades de playa caribeña. Probablemente, para la mayoría de los bolivianos estos nombres no les digan mucho, pero es necesario afirmar que donde quiera que se llegue, en esta Venezuela, confirmando lo que me sucede en todas partes de Suramérica, uno se siente en casa, tan cómodo y confiado, pues estas hablando con tu gente (que alguien levante las falsas aduanas que nos separan!).
Vaya experiencia! Solamente que acaso la más intensa y feroz, porque se nos va el aliento en ello, haya sido la lectura que me cupo realizar en el penal La Planta de Caracas, donde nuestro infierno cotidiano es el cielo que cada recluso desea.
Aquí, el principio de mi testimonio; adentro, la voz de muchas aguas que todavía no alcanzo a vislumbrar.
*Jenecherú (voz guaraní de uso en el Oriente Boliviano).- El carbón encendido que se guarda para que la noche siguiente se vuelva a encender la hoguera.
2 Comments:
http://futbolatinoamerica.blogspot.com/
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Hola! Quería felicitarte por el contenido del blog. Además, tenía la intención hace tiempo de hacerte saber que he incluído tu blog en mi lista de enlaces. Si lo deseas procederé a retirarlo, desde ya espero no sea así.
Saludos!
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