viernes, febrero 29, 2008

Maestro de lo que se debe decir cuando se debe decir

Lo conocí como se conoce a la gente linda, mirándolo a los ojos. Ojos que brillaban de manera que el interior se hacía evidente.

Fue en el 2000, cuando yo andaba en labores de periodista y dirigía Presencia del Oriente, una de las experiencias finales del matutino nacional Presencia que intentó abrirse pionera a los nuevos vientos que ya se sentían en la República, en este caso con un equipo de periodistas bajo el mando de un Director Regional. Eran tiempos en que imprimíamos las páginas que redactábamos, y que incluían editorial, noticias políticas, económicas, deportivas, sociales y culturales, junto con la edición que se armaba en La Paz y que nos enviaban por transmisión de datos (por entonces una labor todavía incipiente) en el Parque Industrial, con una rotativa que no sé a dónde ha ido a parar. Antonio Miranda era por entonces Dirigente de los Periodistas de Santa Cruz, y fui beneficiario de su apoyo y de sus consejos.

Desde aquella época, encontrarse con Antonio Miranda era una celebración, yo diría más bien callada. La celebración, en mi caso, de saberse cerca de un alma noble. Entonces, casi siempre, hacíamos un trío: Antonio, Mauricio Peña y este garabateador de memorias.

En el 2005, recibió merecidamente el Premio Nacional de Periodismo. En la argumentación de aquel entonces se dijo:

“Miranda, con una trayectoria de 40 años de ejercicio profesional, se destaca por su defensa de los intereses públicos, los derechos humanos y una práctica ética intachable. Ha sido distinguido en muchas ocasiones, siendo uno de sus mayores galardones el Premio Iberoamericano de Periodismo de la Agencia Española EFE (denominado hoy Premio "Rey de España"), como autor del reportaje sobre las piedras preciosas de La Gaiba, yacimiento explotado ilegalmente por el gobierno de facto de Luis García Meza.

Esa investigación fue publicada, en plena dictadura, en el desaparecido diario Presencia, donde Miranda trabajó durante 27 años como reportero, redactor y, finalmente, Jefe de Informaciones.

La elección de Miranda fue ardua porque el jurado tuvo que elegir entre postulantes de mucho mérito y en los que resaltó la trayectoria no sólo en servicio al periodismo, sino a la sociedad boliviana.”

Acaban de anunciar tu muerte. Adios, maestro de lo que se debe decir cuando se debe decir.

Su cuerpo menudo y delgado, su andar tranquilo, su sonrisa iluminadora, y esa mirada, mirada de Miranda, han quedado grabados en nosotros. Todo tiene su tiempo. Luz en tus nuevos pasos, Antonio.

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1 Comments:

Blogger elojosinpaz said...

Qué bellas palabras tuyas homenajean a este hombre, Gary. Tuve el honor de tenerlo como docente en mi corta estadí en la UAGRM, y mcuho aprendí de él, como ser humano... Me entero de su partida al leer tu texto y sólo se me ocurre decir que él es uno de esos muertos que nunca mueren.

3:08 p.m.  

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