martes, julio 13, 2010

2003: Una temporada en Manhatan






Cuando en el 2003 acometí la aventura -que por muchos latinos no es desconocida- de trasladarme a vivir a los Estados Unidos, pasé en una primera etapa una temporada en Nueva York. De esos días guardé parte de mis impresiones en un cuaderno que llamé "Diario de Nueva York". Por esos años todavía no teníamos el blog, y la internet solamente servía para el correo electrónico y alguna que otra distracción poco recomendable. Ahora, pensando en mi amiga Giovanna Rivero que se fue al país del norte, en Eduardo Mitre y Edmundo Paz Soldán que viven precisamente en la ciudad que nos ocupa, extraigo y copio de mis notas garrapateadas en un lapicero de aquellas escasas pero intensas semanas.

10 de Junio
Hoy: Manhatan.
Por el río Hudson se extiende su figura de recortados gigantes. Y su jardín interior es un milagro semejante al ojo del Buda que nos llama a la alegría de bosque cuidado y feliz. ¿Quién fue la Semíramis que imaginó tal esplendor de verde y de cemento? Las agujas de Nueva York me han herido definitivamente, creo que no podré amar a otra ciudad que no sea aquella. Yo te corono, Nueva York, la más femenina de las urbes humanas: hermosa, delicada, sensual, ay, cómo adivino tu crueldad, tu limpia crueldad de ramera fenicia, sacerdotisa fría del amor.

11 de Junio
Con Eduardo Mitre recorremos una librería, es impactante el encontrarse que en inglés el mundo es más rico. Documentos y textos de comentarios e investigación eruditos. Apuntes a La Comedia, Lolita ampliamente comentada, traducciones de las Mil y una noches de diversa índole. Milton, ediciones hermosas de Keats. Un universo a las puertas. Me aproximo y siento el vértigo de sus planetas girando en gramáticas y semánticas que apenas conozco. Sé que es un paraíso esperando. El ala de la biblioteca que pertenece al señor del castillo. Sí, lo siento noble y rico, como un Lord del 17. Si es así, viviré entre tres orillas: la ascética presencia de lo castellano, la imponente victoria del latín, el esplendor del Dante, y este territorio de la palabra. Aquí se funda el futuro. En el inglés y mi alma castellana se abre a hora tercia un nuevo día vital.

12 de junio
Es también como un dolor de muelas, lento, sin llegar a la profundidad, más bien molestoso, algo que está ahí y que puede aliviarse en cualquier momento porque es el resultado de las acciones del cuerpo: morder, comer, reír. Cuando voy cantando “New York, New York” siento nostalgia por la ciudad del sueño, esa mágica que no se deja mostrar; como Galatea que lanza la manzana y se esconde esperando ser encontrada y nosotros viendo rodar la manzana sin comprender demasiado, sin conocer dónde late la ciudad que buscamos. Mientras nuestros días se inundan de casas, avenidas, gente, automóviles que se atropellan y las sirenas interminables de las ambulancias y la policía anunciando las horas de las desgracias.

13 de junio
El destino trazado.
No existe un camino “directo” hacia el objetivo, pues la circunstancia del cuerpo y de las múltiples responsabilidades nos obligan a transitar atajos, senderos inesperados, páramos extensos y tenebrosos. Por qué no, también los solitarios pasos de las ilusiones, una ciudad llena de juegos luminosos capaces de hipnotizar con su balanceo de probables victorias.

Mas esa ruta es una ruta de corrosión. El desgaste del cuerpo animal y la posibilidad, siempre latente, de constituirse en alimento de la ciudad. Devorado y desgastado sólo cabe la transformación. Y los gusanos que nos han devorado, que son los espectros de la ciudad ya son también nosotros. ¿Cuál será la siguiente metamorfosis? Aquí no se trata de aquella mariposa que sueña ser un hombre. Se trata del hombre cuyo sueño no es otro que una pesadilla de cuerpos para alcanzar el sentido. Sentir con otro cuerpo, sí. Pero sentir qué! Mientras tanto el tren sigue su rutina de estaciones, de ruido, y nosotros sin poder mirar a otro más de allá, que el más allá de 15 segundos acusados ya de acaso, humillados sólo por sentir -¿Ése es el sentir?- el cuerpo rojo de la soledad.

Junio 16
El deterioro es el transcurrir del cuerpo. Somos aquellos quienes nos devoran. Los hijos de Cronos se transformaron en Cronos y Cronos ya no es más que sus hijos. En el principio la obra y el tiempo eran esa dualidad, ahora nosotros somos el tiempo que no es otra cosa que el largo proceso de su digestión: a eso llamamos deterioro, a eso llamamos consumirse y desaparecer, porque no conocemos el movimiento festivo.

Ir perdido en la red de trenes subterráneos. Sufrir el cuerpo. Condiciones del deterioro. Salir no es suficiente, necesitamos llegar.

Junio 18
New Jersey. Convención de Royal Prestige: encerrado y prostituido.

Junio 20
La ciudad desde Lexington Ave. La estación Grand Central con su arquitectura neoclásica, imponente, gloriosa apoteosis de los tiempos modernos, una manera de ver el mundo desde la ya lejana colina de subida del siglo XX. Hoy los edificios iluminados y el retrato brutal de la ausencia de las torres gemelas.

Julio 1
Otra ciudad emerge, la ciudad de la cotidianidad. Tren 7, tren 4, cambio en Gran Central. Mirar el programa del Bus Q45. Viajar, viajar.

Tres palomas sobre el techo del andén en 69st-Fisk. El convoy pasa con su maquinaria feroz, es un animal que se estremece sobre las líneas oscuras de los trillos. Yo veo cómo dos de ellas levantan vuelo, pero una indiferente, nuevayorkina, continúa corriendo las pequeñas migajas como si nada pasara, y nada pasa, sólo el tren. Sospecho que la segunda, curiosa, levanta vuelo sobre los vagones para conocer, para saber sobre el origen del monstruoso ruido que traspasa. La tercera, sin embargo, es la que huye sin mayor sentido que el miedo, el horror a lo poderoso, al acero que se mueve con sus dientes redondos como un titán de los rieles.

Julio 8
No imaginé que este Diario de Nueva York sea tan corto. La ciudad que apareció ha vuelto a desaparecer entre las montañas del recuerdo, y es como una flor hecha de dedos, dedos de luz que por las noches cruzan con el subway bajo las rieles los días de los hombres.

¿Dónde Columbia University, El Bronx, la Second Ave., Oliva Resturant y sobre el río Hudson los mágicos puentes de la vida?

Julio 14
¿Cómo se puede extrañar a una ciudad que apenas se conoce?

Una ciudad que está formada por escenas de películas, los hermosos puentes, el parque, el retrato del Downtown con su figura de edificios alargados contra el sol que se levanta.

Pero cuando estás adentro se desplaza la ciudad oscura, subterránea, un laberinto de trenes, el Bronx y sus barrios de latinos pobres, la tensión de los conductores ante el tráfico atascado, la gente idiotizada por las horas de labor continua, arrinconados en algún cuarto escondido en los edificios vetustos de Queens, de villas de obreros, apretados contra los días, como si el tiempo fuera más importante que la ciudad, una ciudad hecha de tiempo. Una ciudad reloj cuyas manecillas están construidas para viajar, hechas para no llegar como en las pesadillas.
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