Boceto posterior de Narciso o Colofón
Un viaje es un tránsito. Acaso el propósito de todo libro de poesía sea éste. Aunque en el volumen que ahora presento a su consideración se trata también de una visión, del panorama del viaje con geografías más bien interiores donde los accidentes del cuerpo y del deseo son escollos o espejismos que vencer. Mostrar el tránsito que se inicia en el momento en que Narciso fascinado en las aguas de la vida por su propia imagen quizá a punto de caer definitivamente cautivado y arrastrado hacia el fondo reconoce al ángel emergente, que no es otro que la esencia de ese sí mismo. Este hecho es crucial y detonante. Con él se inicia la travesía para encontrarlo, pero antes también deberá estar liberado y purificado de manera que pueda sentir la presencia de ese íntimo en el jardín, destino del viaje; aunque no su fin, pues adentro, en el anhelado oasis –ahora sospechamos que lo es-, se descubre otra senda serpentina posible ruta de otro viaje, todavía desconocido, hacia otras tierras al parecer escarpadas y seguramente altas
Aquí, naturalmente, se hace referencia al Narciso mitológico, cuya hermosura era tal que todos se enamoraban de él. Éste también fue el caso de la ninfa Eco, quien habiendo provocado celos en Hera por su arte natural de decir siempre las palabras más bellas jamás nombradas, mientras las ordinarias se oían de forma placentera, fue condenada a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera (mito éste en el que bien puede parecer que se alegoriza a la poesía y también a la impotencia de su búsqueda, diríamos). Incapaz de comunicarse con Eco, Narciso la rechazó, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que solo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, diosa de la justicia retributiva, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
En esta historia Narciso está condenado a pagar su culpa, en términos orientales, su karma. Todos los hombres estaríamos condenados a esta justicia retributiva. La única forma de salir liberados de esta condena sería evitar enamorarnos de nosotros mismos, evitar identificarnos. El libro se abre con el fragmento de un poema de Quevedo que dice a ese respecto:
Ya que abracé los santos desengaños,
Que enturbiaron las aguas del abismo,
Donde me enamoraba de mí mismo.
Y si fue el desencuentro con la poesía una de las causas de la condena de Narciso, bien puede también ser ésta un camino de retorno. No necesitaría decir entonces que ese es leitmotiv de la obra.
En la versión romana, Tiresías le dijo a Liriope, la ninfa madre de Narciso, que éste viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo. Es importante recordar en este punto que una vez alguien se conoce a sí mismo recibe el mandato. Y por este mandato está obligado a una muerte mística que lo conduciría a un segundo nacimiento.
Este libro me ha tomado tres años desde que lo inicié. Es pertinente afirmar que el trabajo interior es el acicate de toda obra. En mi caso ha sido muy importante y vital. En sí el Viaje de Narciso, sería una especie de bitácora de ese trabajo interior.
Para aclarar esto que afirmo diremos que todo hombre tiene labores que realizar. Aquellas relacionadas al servicio del cuerpo, a la higiene personal, y a darle alimento, las que tienen que ver con el servicio retribuido que permite la subsistencia, o el servicio no retribuido que es el sacrificio por los demás, éstos servicios puede requerir más labores manuales, emocionales o intelectuales, según el destino de cada quien. Otros son los servicios que se le dan al corazón, es decir el arte, la música. Y otros, muy diferentes, los servicios a la mente, tales la lectura o la reflexión. Pero esto de ninguna manera debería impedir el espacio fundamental de la creación, quiero decir el servicio de darle el espacio de la creación a nuestra vida. En ellas reside la poesía. Para realizar estas labores eficazmente es necesario evitar que unas interfieran con las otras. Esto exige un gran esfuerzo. A esto llamo trabajo interior.
Esta es la estructura con la cual fue elaborada esta propuesta, pero no olvidemos nunca que también toda literatura transita el espacio de los sueños, y de ella viene para estacionarse entre nosotros y compartirla.
Salud.
Gary Daher
Aquí, naturalmente, se hace referencia al Narciso mitológico, cuya hermosura era tal que todos se enamoraban de él. Éste también fue el caso de la ninfa Eco, quien habiendo provocado celos en Hera por su arte natural de decir siempre las palabras más bellas jamás nombradas, mientras las ordinarias se oían de forma placentera, fue condenada a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera (mito éste en el que bien puede parecer que se alegoriza a la poesía y también a la impotencia de su búsqueda, diríamos). Incapaz de comunicarse con Eco, Narciso la rechazó, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que solo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, diosa de la justicia retributiva, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
En esta historia Narciso está condenado a pagar su culpa, en términos orientales, su karma. Todos los hombres estaríamos condenados a esta justicia retributiva. La única forma de salir liberados de esta condena sería evitar enamorarnos de nosotros mismos, evitar identificarnos. El libro se abre con el fragmento de un poema de Quevedo que dice a ese respecto:
Ya que abracé los santos desengaños,
Que enturbiaron las aguas del abismo,
Donde me enamoraba de mí mismo.
Y si fue el desencuentro con la poesía una de las causas de la condena de Narciso, bien puede también ser ésta un camino de retorno. No necesitaría decir entonces que ese es leitmotiv de la obra.
En la versión romana, Tiresías le dijo a Liriope, la ninfa madre de Narciso, que éste viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo. Es importante recordar en este punto que una vez alguien se conoce a sí mismo recibe el mandato. Y por este mandato está obligado a una muerte mística que lo conduciría a un segundo nacimiento.
Este libro me ha tomado tres años desde que lo inicié. Es pertinente afirmar que el trabajo interior es el acicate de toda obra. En mi caso ha sido muy importante y vital. En sí el Viaje de Narciso, sería una especie de bitácora de ese trabajo interior.
Para aclarar esto que afirmo diremos que todo hombre tiene labores que realizar. Aquellas relacionadas al servicio del cuerpo, a la higiene personal, y a darle alimento, las que tienen que ver con el servicio retribuido que permite la subsistencia, o el servicio no retribuido que es el sacrificio por los demás, éstos servicios puede requerir más labores manuales, emocionales o intelectuales, según el destino de cada quien. Otros son los servicios que se le dan al corazón, es decir el arte, la música. Y otros, muy diferentes, los servicios a la mente, tales la lectura o la reflexión. Pero esto de ninguna manera debería impedir el espacio fundamental de la creación, quiero decir el servicio de darle el espacio de la creación a nuestra vida. En ellas reside la poesía. Para realizar estas labores eficazmente es necesario evitar que unas interfieran con las otras. Esto exige un gran esfuerzo. A esto llamo trabajo interior.
Esta es la estructura con la cual fue elaborada esta propuesta, pero no olvidemos nunca que también toda literatura transita el espacio de los sueños, y de ella viene para estacionarse entre nosotros y compartirla.
Salud.
Gary Daher
Texto leído durante la presentación del libro Viaje de Narciso en Cochabamba el 24 de marzo.
1 Comments:
Me encantó el textó, debió ser genial escucharlo.
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