lunes, diciembre 28, 2015

Navidad y Consciencia

Desde principios de diciembre hemos asistido a un fenómeno cuyo escenario está marcado por la agitación, la desesperación y el nerviosismo. De repente, las ciudades eclosionan, las calles se atiborran de adornos, y la gente se desespera. Las fiestas de fin de año han cercado al hombre contemporáneo y lo han empujado, bajo el mote de una supuesta felicidad suya, a un maremágnum de compromisos, llenos de dislates y bacanales, con el pretexto de, en primer lugar, celebrar el nacimiento de Jesús el Cristo, y continuar sin descanso hasta la llegada del nuevo año, bajo el expediente de brindarse unos a otros la inútil esperanza de días mejores, porque la esperanza, se ha de saber, no es pasiva, sino activa, de permanente acción, en este caso social.
El escándalo que se reproduce gracias a estos periodos llamados festivos año tras año va en aumento, y todos parecen confabular para que esto suceda, pues los beneficios pecuniarios hacen que las locuras de compras sin sentido hagan el goce de los analistas económicos, quienes probablemente ven en estos actos una gran oportunidad para la buena marcha de los negocios.

Si regresamos a los sentidos primarios, Navidad, es decir, el nacimiento de Jesús el Cristo, estuvo dado por abrir las puertas de sublimes sacrificios, de entrega, de alerta y consciencia con el futuro, algo que no sabe a champagne, ni a regalos. Esta línea de vida, la de Jesús el Cristo, que parece haber conmovido a gran parte de la humanidad, es evidentemente muy ajena a los afanes de estos días.
 
Entonces podemos comprender cómo es que suceden los demás acontecimientos de nuestra sociedad. Y también cómo se aceptan propuestas totalmente nocivas, a guisa de beneficios, sin que la mayoría de las personas se percate de que está a punto de ser dañada.

¿Qué se celebra cuando se dice que en Bolivia se ha decidido instalar una central nuclear?

La noticia no puede ser más aterradora. Las centrales nucleares causantes de grandes desgracias, pienso en Chernobyl, en Fukushima, no pueden ser causa de celebración so pretexto de generar energía. Y sabemos que esta energía es producto de la destrucción, neutrones bombardeando los núcleos de los átomos en grandes cantidades para realizar una reacción en cadena que se controla dificultosamente. ¿Qué clase de energía puede provenir de la destrucción?

Se ha demostrado hasta la saciedad que nuestro país tiene posibilidades de otros tipos de fuente de energía. Por ejemplo, más allá de los recursos hídricos, en el campo de las energías alternativas, recientemente, en Cochabamba, se ha presentado el diseño de una planta termosolar eléctrica (Proyecto de Grado 2013, Ing. Mecánica, UMSS), con fluido de sal, que en apenas un kilómetro cuadrado y con una inversión de 405 millones, en el altiplano podría generar 50 MW de energía eléctrica, totalmente limpia.

Convoco a la ciudadanía, y esta, naturalmente, incluye al Gobierno y sus autoridades, responsables de estos actos que comprometen nuestra vida y la vida de la naturaleza, para que se detenga y reflexione. Evitemos que la desesperación en la carrera por
convertirnos en proveedores de energía nos embarque en proyectos no solamente equivocados, sino que comprometen el futuro de nuestros hijos.
 
La Navidad nos dice que la vida es el mayor homenaje a la vida. Que la Navidad nos alumbre como una estrella que no cesa.
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