Crónicas del Ecuador o Discursos del Paralelo Cero
Para contar a nuestra Vilma Tapia Anaya todo el cariño que ha sembrado entre los poetas del Ecuador
1. La crónica puede ser un reloj subversor que reordene las horas.
2. Xabier Oquendo y Julia Erazo compaginan la danza postmoderna. Son los reyes magos. La calesita está lista. Los poetas en fuga de sus días piden queso y piden pan.
3. Llegados a la Mitad del Mundo una maravillosa maqueta de Quito nos hace soñar con el tiempo.
4. El Norte es tan territorio como el Sur.
5. Marialuz Albuja, de apellido fabuloso, y Carmen Inés Perdomo emergen, afinadoras de sonidos de campana, con el nombre de mi entrañable Gabriel Chávez entre los labios. Pero el poemario se llama Destierro Interior, y es lo que veo. La poesía es lugar de sacrificios y hermandades.
6. Sin embargo, la enfermedad nos regresa a lo inerme, a la fragilidad. Miro la botella del suero que gotea lentamente, el dolor se va calmando. Ha pasado la crisis. La alergia durará apenas unas horas. Todo amor cuesta, pienso. Estoy en el Ecuador.
7. La mano generosa llega. Los ángeles son reales. Existen. Gracias Carmen Váscones.
8. Quito es una ciudad iluminada, festiva, alegre porque les han crecido lágrimas de geranios a las macetas que cuelgan de los balcones. Definitivamente encantadora.
9. La Virgen de Quito lleva alas. María del Cisne, que así se llamaba mi guía, una moza pequeña bien conformada en sus noventa centímetros, me dice que se trata de la mujer del Apocalipsis, que dio a luz a un hijo varón y huyó al desierto. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila para que volase delante de la serpiente del desierto hasta su lugar. Desde el Panecillo, la Virgen de Quito protege todo el valle.
10. Alí Calderón y José Ángel Leyva son los cronistas. Allí se retratará todo el círculo. Y la poesía, la otra. México desde la cabecera.
11. En el viaje al centro del país, el Cotopaxi se muestra en todo su esplendor, y le estoy profundamente agradecido, pero el Chimborazo, el volcán que alcanza el punto más alejado de la tierra, arisco, deja ver apenas sus formas de mole milenaria, para finalmente perderse en la niebla. Ya en La Casa de la Cultura, en San Pedro de Riobamba (lugar del rayo), Gabriel Cisneros espera con una velada de lecturas que Antonio Preciado se roba diciendo sus poemas, tal como el agua.
12. En otra noche, en el hotel Tambo Real, por la avenida Queseras del Medio, Jorge Boccanera afirma que Chévere viene de Chevrolet, y que esto nació en Cuba. Pienso que sería en la época del Copacabana Cabaret con Groucho Marx y Carmen Miranda, qué se yo.
13. Una piedra puede salvar tu alma. El atrio del Convento Máximo de San Francisco de Quito fue encargado a un indígena llamado Cantuña, pero al no poder terminarlo a tiempo, llegó a un acuerdo para que el diablo y sus huestes lo concluyeran durante la noche. Cantuña –dicen- logró impedir que tomaran su alma, porque reteniendo una piedra consigo, evitó que Lucifer concluyera totalmente el atrio antes del amanecer, como rezaba el contrato.
14. Jorge Valbuena nació en Facatativá, Colombia, Facatativá significa "Cercado fuerte al fin de la llanura" en la extinta lengua muisca. Así, nadie tiene que extrañarse que Facatativá haya procreado a este joven y buen poeta.
15. Gabriel García Moreno, dictador ecuatoriano murió en manos de Faustino Lemos Rayo, quien lo descuartizó a machetazos junto al palacio un 6 de agosto de 1875, es decir, en el cincuenta aniversario de la independencia de Bolivia. Se dice que Rayo mató a García Moreno en venganza por líos amorosos de este con su esposa. Nada se sabrá desde que Rayo fue asesinado por el cabo Manuel López casi inmediatamente, después de haber sido capturado, silenciándolo para siempre.
16. Mientras el acaso ardiente Pichincha nos mira, una foto con José María Muñoz Quirós, Olvido García Valdés y el cántaro con los restos de Guayasamín. Cuando el verbo se hace acción, la palabra está viva. “Yo quiero que a mí me entierren / como a mis antepasados / en el vientre oscuro y fresco / de una vasija de barro.”
17. Juan Carlos Morales, incansable, reúne mitos shuar, cofanes, siona, quechuas, huahoranis y al mismo tiempo, bajo la sospecha de que hay música en los ojos que nos leen, tañe los versos de los poetas para recordarnos su esencia primordial de cantigas antes que sonetos, Sandra de la Torre recibe el premio Paralelo Cero destorrada y Ruth Bazantes nos agasaja con presentes y hospitalidad y ánimos. Toda la jerga ecuatoriana ha sabido tejer la palabra en veinticuatro partes, como si de un día solar se tratase y giramos desde el centro del planeta.
18. En Atacames, casi al final del acto de clausura, un grupo de indígenas Chachi bailó una danza ritual para pedir lluvia. Yo no entendí la lengua que hablaban, pero me parecía escuchar: “Marchamos por todas las calles, cargamos leña de sueño”. Naturalmente, la lluvia llegó. Y los poetas disfrutaron siguiendo los pasos de la rumba bajo la cortina de agua.
19. Cantamos toda la noche con Jenny Carrasco durante un extraño viaje al siglo pasado. Y regresamos hasta aquella niñez preadolescente de risas y cuentos de miedo, quiero decir, a los parajes del infierno, que con los ojos cerrados parece paraíso.
20. “Alfaro vive, Carrajo. Alfaro no se rrinde, Carrajo”. Sopla a sotavento, algún poeta extranjero dentro del ómnibus que nos lleva a Esmeraldas, rememorando las luchas de José Eloy Alfaro, líder de la revolución liberal ecuatoriana. Pero la respuesta no se deja esperar en los adentros: “La poesía cero vive, carrajo. La poesía cero no se rrinde, carrajo”, como un vendaval en el Poesía en Paralelo Cero, Cuarto Encuentro Internacional de Poetas, 2012.
21. Buscando una cevichería en Quito, llamada Rumiñahui, caminamos la 6 de Diciembre con Juan Felipe Robledo y Catalina González. Una mujer reclama airadamente al que parece ser su marido. La escena entraña violencia, una violencia que se trasunta en las palabras, que no sabemos qué dicen porque se atropellan, porque están lejanas, pero que de alguna manera gritan. Ella le da la espalda y sigue su camino, él la persigue, y la riña continúa. Más adelante, ya superada la escena, y la pareja dispareja, oímos a otra mujer que habla por el celular: “Deja de llorar” –dice- “que no le debes nada”. En la cevichería Rumiñahui (que en quechua significa ojos de piedra, y yo imagino a la cocinera del lugar, mujer ojos de piedra, corazón aterido) comemos en silencio el ceviche, delicioso.
22. Llevar al italiano los versos de la gente es recoger en el idioma del gran Dante el río de las lenguas, como si del Catria se tratara, tan alto, que suenan los truenos más abajo, se dice en el canto XXI del Paraíso. Emilio Coco traduce al italiano los versos americanos y nos trae los suyos para cerrar la fiesta.
23. Finalmente, veo a dos jóvenes colosos, según el término que produjo la editorial Marvel, quiero decir, el coloso de los X-Man en su versión duplicada, que soportan la seca y la meca cuando toman su forma de acero orgánico, y que aumentan su altura, peso y contextura, según la necesidad: Sebastián Ármas y Sharvelt Kattán, que han sostenido sobre sus hombros el carro del festival, y no cortos con eso van de seguro a formar parte muy activa en las filas de la literatura, que es el país de todos.
24. Nada se destruye. Todo se transforma. Aquí, el Ecuador se ha transfigurado en un hipertexto sobre la pantalla de mi memoria. Y cada vez que lo toco se abre como una luz entre todas las sombras.
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