miércoles, abril 07, 2010

Memoria Borrada

Altanury, personaje de una novela trunca que nadie sabe si la acabaré, en sus horas de ocio ejercita de escritor y de poeta, mientras de día es un oscuro asesor de parques urbanos en un perdido municipio de América del Sur. Desconocemos el detalle de su vida privada, pero una noche de gran perturbación, encerrado en su escritorio ante el agujero lúcido del plasma de su computadora -y no sé si nos sirve de pista para conocerlo- ha escrito el siguiente párrafo:

He visto el mundo de espaldas. Las luces cruzan las mesas. Piernas duchas camas. En el silencio –que no existe- te has quedado. Ya no dices. Eres los labios mudos. Ha cesado el alboroto de tus reclamos.
Desde los días oscuros del pasado no ha llegado tu “te amo”. Nunca lo dijiste. Entonces me parece muy bien que cierres la boca. Y yo, que apague la ducha, abandone las camas y olvide instantáneamente el nombre de las piernas. Una máquina de coser tiene el sonido de los días, pero no es la cópula. He roto tu fotografía. Las arcadas y el inodoro son el lugar inesperado. Afuera jadea un perro. Ya no es necesario, he decidido como Borges y acaso Homero huir a tientas entre los poemas.


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