lunes, octubre 09, 2006

Sin palabras


Hay sensaciones que no se pueden escribir; sino mirad el fuego que está más allá de las palabras, sin lenguaje, inmerso en el interior, latente, como un desnudo ojo que no se brinda.

Así me ocurrió hace 39 años cuando en la portada del matutino Presencia mi alma de niño de diez años encontró impresa la imagen de un santo acribillado, mejor, de un cristo acribillado. En la fotografía, Ernesto Guevara se tendía muerto como un dios vivo.

Cuando un hombre sigue su pasión, cuando esa pasión es noble porque tiene la generosidad como raíz, y ese hombre entrega todo por conseguirlo, ese hombre es un hombre raro y es merecedor de todo nuestro respeto. El resto son las circunstancias, la miseria de los días, y el tiempo sin tiempo de la historia.

Muchos años después, a 10.000 metros sobre el océano Atlántico, leía en un diario de Bolivia las últimas palabras de El Ché:

"Tirá, leche, vas a matar a un hombre"

Y tenía razón.
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