Cartas del Líbano
Un hombre llegó del Líbano
en Beirut vestía uniforme.
Olvidado.
Junto a la selva amazónica
repara y vende relojes.
Piensa que en los engranajes
de oro y de rubí
descansa el misterio del tiempo.
No sabe que el diecinueve
pasará como una ventisca
tal lo harán los otros siglos.
Y en el fin
cuando arribe la noche sin manecillas
ningún tictac será necesario
apenas la montaña
y el mágico cedro
última luz de la memoria
perdida
la sangre nada consigna
de sus oraciones maronitas
ni de su pesadumbre
por una antigua callejuela de Kobayat
donde desparramara la infancia.
Raramente
en el silencio llega
una añoranza del árabe
y su grafía secreta.
Señera lengua
a merced de la cual
acaso bajo frondosos mangos
y al son de extrañas orquestas tropicales
habrá recibido
largas cartas del Líbano.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home