miércoles, noviembre 21, 2007

Puentes colgantes

Recuerdo que en 1995, cuando El Club del Café y del Ajenjo hacía sus sesiones de Errores Compartidos, viajamos por varias comarcas aledañas a La Paz. Cerca de alguna de ellas, la precisión del sitio se ha desvanecido con el tiempo, trepado en el acantilado leía la pintura rupestre que los comunitarios dejaron en las paredes. Había una hilera de mujeres estampadas en rojo y que yo sabía que estaban inermes porque los miembros inferiores aparecían completos y desharrapados. Se trataría de la época de la conquista española. Los hombres usaban armas de guerra: lanzas, arcabuces y penachos. Muchos se veían cruzando puentes colgantes como los que parecen haber hoy en día entre nosotros, los bolivianos. La gente que visita estos lugares había pintarrajeado con yeso y aerosol sobre estas historias gráficas, pero todo seguía (sigue hoy) como siempre, nada ha cambiado, los puentes así de frágiles, y la gente armada, y la gente desaliñada, sólo la escritura es menos legible, sólo los muertos (nuestros padres), que soñaron puentes sólidos, cada día están más solos.

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