domingo, febrero 01, 2009

Aplausos


Me parece que fue en 1999 cuando Homero Carvalho y yo nos dimos a la tarea de revisar la hemeroteca buscando artículos de comienzos de siglo y que nos dieran una idea de cómo era la vida cotidiana en Santa Cruz de la Sierra por esos tiempos. Sin duda, la experiencia fue sorprendente.

Uno de los pasajes singulares que encontré en los archivos correspondientes al periódico “El Trabajo”, no puede menos que ser difundido, acaso con la vana esperanza de penetrar el espíritu de la época.

Se trata de dos artículos, uno publicado el 18 de septiembre de 1905 (sin título) y el otro el 18 de noviembre del mismo año con el ribete “Vuelo a la eternidad con descención al suelo”, es decir exactamente dos meses después.

Quien lea con atención podrá descubrir la ligereza de la crítica, el espectáculo popular, la envidia, el riesgo, el siempre potencial crimen y la muerte.

18/09/1905
Un imparcial que responde al nombre de Amador González, principal payaso de la compañía de aprendices (campestre), pretende desmentir lo aseverado por “El trabajo” respecto de la pésima exhibición de la función acrobática del domingo10, asegurando en un remitido publicado en “La Ley” que la payasa y el chiquitín fueron acaloradamente aplaudidos por el público. Los payasos quizás han creído que en esta capital se aplaude a pedradas, como realmente los concurrentes lo hicieron en las espaldas de los aprendices, gritando en voz alta: Caballeros devuelvan la plata...
Si el remitente cree que eso es aplauso ya vendrán otros domingos para que le rompan la tutuma a ladrillazos.

18/11/1905
Vuelo a la eternidad con descención al suelo

Un gran gentío atestaba la plaza en la tarde del lunes de la presente semana, esperando una exhibición acrobática del desgraciado clown Amador González, que debía consistir en el VUELO RÁPIDO que en pasados días verificó con tanta felicidad y aplausos todos esperaban la repetición de esa peligrosísima prueba, admirando tanto la “Sangre Fría” de González, cuanto la extrema indiferencia de las autoridades policiarias encargadas de inspeccionar espectáculos públicos, quienes no tomaron ni la más pequeña medida de precaución.

Pocos instantes después, el deseo de expectación cámbiase en exclamaciones de terror, porque desgraciadamente se rompe la cuerda, y en consecuencia el desdichado artista González, cae de una altura de más de quince metros estrellándose en la plaza.

Al respecto se han hecho diversas conjeturas, llegando hasta sospecharse que alguna mano criminal haya cortado la cuerda. El fiscal ha requerido la indagación de la especie.

Sea ello lo que fuere, se da este triste ejemplo de un sacrificado por el dios Pan, a muchos de esos aventureros del arte que pudiendo vivir de un cómodo y remunerado trabajo se dedican a tan desesperadas tareas.

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