viernes, noviembre 28, 2008

El murciélago del mundo


El día menos pensado -oh Internet, el monarca loco de las enciclopedias- nos enteramos que los murciélagos tienen un sentido llamado sonar, adicional a su sentido de la vista, y que hasta existe un género de ellos que les permite orientarse en la total oscuridad.

Si no somos compulsivos, esto nos lleva a reflexionar. Pueden existir animales, en éste o en cualquier planeta del universo (es inútil seguir argumentando la soledad de la vida, restringida a la tierra) con otros sentidos, inclusive inimaginables. Esta limitación, que también limita la creatividad con la que desarrollamos nuestros instrumentos, nos lleva a suponer un universo insospechado, aquél que se levanta más allá de nuestros sentidos, de nuestros instrumentos. Entonces, el único sentido audaz que nos queda, es el sentido de la pregunta. Con la pregunta el alma se inquieta y sospecha. Así, gracias a la filosofía se pregunta, y, gracias al asombro de la poesía, se aproxima perpleja tras el cristal de las preguntas.

¿Es el poeta un murciélago del mundo? ¿Casi ciego para el mundo se guía por el sentido de la poesía? ¿Es posible la existencia de reinos en los que todo queda iluminado por una luz que parece actuar diferente a la que estamos acostumbrados? ¿Aquellos extraordinarios sentidos pueden recibir gracias a esa misma luz un universo de sombras inesperado, transformando las dimensiones, los objetos y por tanto la percepción del alma misma de las cosas?
Si esto es verdadero, entonces podríamos decir que la poesía más que subvertir, advierte, más que perturbar, mira, y buscando el silencio, como una joven viuda, dice.

El poeta, maravillado, intenta esconder sus extrañas alas de paraguas descompuesto como si se pudiera.

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1 Comments:

Blogger Wiskani said...

Muy buen artículo, es verdad los poetas viven en las sombras, mirando para si un mundo iluminado por su alma.

9:28 p.m.  

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