Cartas ausentes
Nos sentamos ante la computadora
como todos los días
a cumplir las rutinas
con las que se construyen
todos los días:
ver el correo electrónico
con trescientos envíos
generados automáticamente
ofreciendo
vigor sexual
títulos académicos a precios módicos
medicina para ser exitoso
mensajes
que vamos borrando con mecánica mirada
uno por uno
indiferentes a las mentiras
de un mundo colapsado por la necesidad.
Y tus cartas sin llegar
tus señales ausentes
aunque a decir verdad
cuando llegan
con su singular nombre
-tu nombre que las hace selectas-
tampoco tenemos seguridad
de que sean las tuyas
ni de que aquellas palabras
acaso toscas y apuradas
digan lo que dicen decir
entre sus líneas.
como todos los días
a cumplir las rutinas
con las que se construyen
todos los días:
ver el correo electrónico
con trescientos envíos
generados automáticamente
ofreciendo
vigor sexual
títulos académicos a precios módicos
medicina para ser exitoso
mensajes
que vamos borrando con mecánica mirada
uno por uno
indiferentes a las mentiras
de un mundo colapsado por la necesidad.
Y tus cartas sin llegar
tus señales ausentes
aunque a decir verdad
cuando llegan
con su singular nombre
-tu nombre que las hace selectas-
tampoco tenemos seguridad
de que sean las tuyas
ni de que aquellas palabras
acaso toscas y apuradas
digan lo que dicen decir
entre sus líneas.
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