sábado, julio 25, 2009

El rugido

De repente, en nuestras lecturas, nos encontramos con algo así como una bofetada, un llamado de portón que hace que el interior del castillo ruja. Ese rugido emerge hasta los bosques exteriores y allí es silencioso como la fuerza no expresada del fondo de los volcanes cuyas entrañas grandan la poderosa lava que irrumpirá un día sin piedad para con los vivos.

Sentados frente a las pantallas de vuestra computadora estáis, visitantes, ante un texto de Artaud. Espero que tanto como se produjo en mí, adentro de cada uno de vosotros resuene ese bramido fundamental.

No podemos vivir eternamente
rodeados de muertos
..................y de muerte.
Y si todavía quedan prejuicios
hay que destruirlos
.................“el deber”
digo bien
.................EL DEBER
del escritor, del poeta, no es ir a en-
cerrarse cobardemente en un texto,
un libro, una revista de los que ya
nunca más saldrá, sino al contrario
salir afuera
................para sacudir
................para atacar
................a la conciencia pública
................si no
................¿para qué sirve?
¿Y para qué nació?

...........................................A.A.

lunes, julio 20, 2009

Omar Khayyam

Bellamente sorprendido he leído un texto de Idries Shah sobre Omar Khayyam. En él se afirma que “No sólo es necesario saber qué dijo realmente Omar, sino también el significado que dio a sus palabras”. Agrega que al amalgamar ideas de varios poetas sufíes y atribuidas a Omar, FitzGerald mantuvo inconscientemente un impacto sufí en la literatura inglesa.
Deja deslizar la noticia de que investigadores literarios han demostrado mucho interés acerca de la posible influencia sobre Omar del poeta ciego Abu el-Ali el-Maari. En el Luzum, escrito una generación antes que Khayyam, Maari habría publicado una poesía muy similar que tiene reminiscencias de Khayyam.

Un sufí diría que Maari escribía como Khayyam, y Khayyam como Maari, porque ambos escribían desde el punto de vista de la misma escuela. Probablemente –continúa Idris Shah- Khayyam copió a Maari como se copian dos nadadores que nadan juntos y que han aprendido, juntos o por separado, según el mismo método.
Este es el callejón sin salida –afirma- que se encuentra cuando una parte (la literaria) contempla otra faceta de un trabajo, y otra parte (la mística), la intención o influencia dentro de un determinado contexto.

Khayam –concluye Idris Shah- es la voz sufí, y para el sufí, la voz sufí es eterna.
Entre otras aseveraciones, acaso la más interesante es aquella que afirma:
“ El traductor pasó también por alto el énfasis concedido por Khayyam al estado súfico de comprensión que sigue a la “embriaguez”, contenido en pasajes como éste:

No puedo vivir sin vino,
Sin apurar la copa no puedo soportar mi cuerpo.
Soy esclavo del aliento en el que el saki dice:
“Toma otra copa”, y no puedo hacerlo.

Esto –reza Idris Shah- es una clara referencia a la condición alcanzada bajo la dirección de maestros sufíes, cuando lo que fue una experiencia extática se convierte en una percepción real de la dimensión oculta que hay más allá de la embriaguez metafórica”
La poesía es solamente un estado de la conciencia. Y ésta es imprescindible tanto para escribirla como para leerla. Como dijo el maestro sufí “El vino contiene agua, azúcar, fruta y color. Mézclalos y no producirás vino”.

Deseo pues, con estas copias, realizar un homenaje a Omar Khayyam, más allá de la poesía, de la poesía pedestre tan de los tiempos, sino del reino del misterio interior, lamentablemente vedado para muchos, oro puro para los que penetran en él con la luz de la trascendencia. Alguno preguntará, y ¿por dónde, por qué puerta se penetra? Me resigno a contestar con las palabras del propio Khayyam:

"¡Estúpidos! ¡La senda no es ésta ni es aquélla!”

sábado, julio 11, 2009

Los motivos del oso

El hielo se quiebra por todas partes y me hundo. Hay una fuerza interior, un instinto, que me obliga a nadar –creo que si dependiese de mi mente sucumbiría en el fondo de las aguas frías-. Tengo hambre. La noche se cierne como un candado y en la lejanía el horizonte estalla en una joya rosa que es imposible de alcanzar. De repente, con una zarpa aporreo sobre un animal que se mueve. El golpe ha sido suficiente: la víctima cae inmóvil en mis brazos. La devoro desesperado. No tiene sabor, pero produce en el cuerpo una sensación de bienestar inexplicable.

Floto por un instante en la satisfacción del deseo, pero luego cae la oscuridad y el frío sube como un fantasma. Sé que la muerte, ahora madre amorosa, se acerca en el olor del océano. Súbitamente, la memoria olfativa me regresa al inmenso placer del sexo y quedo aturdido. Entonces no sé cuál de aquellos aromas, o cuál de aquellas madres, es la que me trae una serenidad inesperada y se sucede el silencio. Ya no sé qué decir. Carezco de recursos del lenguaje y la marea me devuelve fatal al mar, fuente vital de todas las cosas.

domingo, julio 05, 2009

Sandino

Marcelo Lira y Ángela Montero Neira de Chile acaban de publicar una antología denominada "Sandino, orgullo de América". El poema a continuación fue seleccionado como parte de la misma.

En los cráteres frondosos
del país del fuego
el espíritu florece en simiente
chispas recias del indómito verbo

sólo el mar invasor
ruidos de sables que aturden
como gritos de blancas ballenas insaciables

embiste sorprendido

pues su sal que seca siempre la tierra
halla fiera resistencia ante lo dulce.

Yo soy un río que surca Nicaragua
para dar de beber a los niños
volcanes y lagos perpetuos

mientras el tiempo que limpia
nos bautiza de nuevo
y recuperamos los océanos inmensos
de la vida libre
destino final
y venas feraces del hombre.

Así
cuando de repente
mañana
el cielo se abra
y las ciudades tragadas emerjan
de los cadáveres saldrán los perfumes
y pétalos y flores
de los nombres valientes guitarras

una nota timbrará
una única
como luz de sombra
en la estrellada noche del viento

y mi cuerpo que es agua temblará entre las hojas
nuevo y claro rocío del alba.
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