sábado, junio 27, 2009

Pájaro carpintero en incendio


Atrapado en el círculo de fuego
me veo trepar duramente por el tronco
hacia el nido alto
y las ramas
antiguamente erectas
hoy se desarman en la sombra
como mujeres viejas



mientras todo el árbol es una espeluznante hoguera
y la sabia asciende ciega
alimentando todavía
hojas y frutos del condenado cuerpo
que estalla crepitando entre la noche.

sábado, junio 20, 2009

La caza de los pájaros

Cierta vez en la llanura de Emain una bandada de pájaros arrasó los campos de tal manera que no dejaron hierba ni raíces. El cuadro era desolador. Casualmente estaban reunidos en la vecindad los señores de Ulster y su rey, a quienes los atribulados vecinos acudieron para pedir ayuda.

En aquellos tiempos era desconocido el arco, así que los guerreros usaron lanzas cortas y hondas de piedras para tratar de cazarlos. Como se podrá imaginar la tarea no obtuvo resultados; a pesar que persiguieron a los pájaros hasta muy lejos sin encontrar obstáculos en su carrera.

Estos pájaros no eran comunes. Hermosos e indescriptibles cantaban bajo el invernal cielo de Irlanda. Volaban por parejas. Yugos y cadenas de plata los unían en pares. Y algún atónito villano, experto en cuentas, dijo que la bandada estaba formada por nueve grupos, cada uno de veinte aves.

Llegada la noche desaparecieron en medio de la nieve que caía espesa por todas partes.

Dicen que sin lugar a dudas, esta bandada de pájaros fue enviada por Lug, doctor supremo y maestro de todas las artes, para poseer a Dechteré en sueños y engendrar a Cuchulainn, el héroe amadísimo.

En horas de la madrugada
mi alma
fue invadida por un pueblo de pájaros

arrasada está la tierra de mis días
y apenas puedo contener el llanto.

En el corazón nacen los nuevos cantos
nadie puede cazarlos
hoy he descubierto en mi ventana un ave
y mi amor la ha dejado volar hacia la tarde.

Hermoso como la plata es el yugo
yo vuelo con ella sobre la nieve.


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sábado, junio 13, 2009

Lectores de Tulsidas

Los vientos de los tiempos nos obligan a regresar los ojos a los poetas del pasado. Aquellos que tocados por venerables misiones llevaron adelante sus cantos con fines trascendentes. Tal Tulsidas, poeta indio nacido, según Sir George Grieson, en Trio, en el Deab.

Penetrar en lo sagrado –algo que parece que los escritores occidentales hemos olvidado- requiere iluminar las rodillas y trastocar ya no el lenguaje sino el modo de la aproximación. ¿Podremos, nosotros, hombres oscuros del siglo XXI recuperar esos talantes? Miro alrededor y todas las puertas están cerradas, menos una, la puerta de la mente nueva. Vino éste que buscará también odres nuevos para evitar ser derramado. Bebamos pues este fragmento del Ramayana, cuando Tulsidas expresa las cuitas que le traen sus posibles lectores:

“El virtuoso perdonará mi atrevimiento y escuchará mis palabras infantiles con interés. Cuando un niño habla apenas con balbuceos, sus padres lo escuchan llenos de gozo. Sin embargo, los duros de corazón, los maliciosos, perversos y los que disfrutan de las faltas de los demás, se reirán de ella. ¿A quién no le gusta su propia poesía, sea preciosa o totalmente insípida? Sin embargo, en este mundo son pocas las personas que se deleitan al escuchar lo que otros han escrito. El mundo está lleno de hombres que se parecen a lagos y ríos, cuya corriente aumenta cuando otras aguas vienen y se unen a ellos. Pero hay pocas buenas almas que sean como el océano, que crece al ver la luna llena.”

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sábado, junio 06, 2009

El poema de las mariposas

Mientras soñaba ser un hombre
Chuang Tzu
en flor de loto
repetía suavemente
un antiguo poema Thsin:




“Engañosamente
no somos más que mariposas
perturbadas
a merced de la fragancia del polen
que trae el viento
muriendo por buscarlo entre el fuego fatuo
de las hogueras
que arman los enemigos del emperador
en los bordes de aquesta áspera selva.

Sin la paz nacida
del misterioso lecho de las rosas
insectos ciegos
pues hemos extraviado el jardín
en medio de la noche.”

lunes, junio 01, 2009

Poeta de la frontera

Me contaron que az-Zubayr b. Bakkār dijo: Vi a un hombre en la región de la frontera que mostraba huellas de humillación, sumisión, resignación y abatimiento, que suspiraba mucho, guardaba silencio y se le escapaban gemidos: los gestos del amante ni se ocultaban en su carácter ni los escondía con su recato. Un día que quedé a solas con él le pregunté cómo estaba y su respuesta, mientras las lágrimas fluían de sus ojos, fue:

En dos frentes sostengo la guerra santa:
mi cuerpo ataca al enemigo
y el amor combate contra mi corazón.

Un día –la memoria es hechicera- tratando de recordar estos versos leídos en El Libro del Brocado de Al-Waššā’, traducción de Teresa Garulo, ensayé estos otros:

En dos frentes sostengo la guerra santa:
mi cuerpo que lucha contra el enemigo
y el amor que combate contra mi corazón.

Que naturalmente puede provocar diferentes sentidos, confirmando una vez más que la poesía es la rosa que guarda los pétalos de las múltiples lecturas del universo.


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